lunes, 31 de diciembre de 2007

El evangelio según Michael Clayton


Hace más de dos semanas que vi la última de George Clooney, Michael Clayton, y aunque salí del cine más que satisfecho, desde entonces la impresión de la película se me ha ido diluyendo y no estoy seguro que sea tan solo problema de mi memoria a corto plazo...

Si en algo se queda corta Michael Clayton no es precisamente en su capacidad de tenerte agarrado a la butaca durante dos horas: tenso thriller conspirativo con inquietudes sociales y más que sólido debut como director de Tony Gilroy, guionista de la saga del espía Jason Bourne con la que la presente comparte buen número de virtudes (diferencias: ausencia de accion frenética y el salto de los enemigos del sector público al privado, aunque a la hora de despejar obstáculos ambos métodos corporativos acaben confluyendo bastante). Estética similar de gama fría, parecida atmósfera opresiva y ese mismo sabor a viejo cine liberal del Hollywood de los 70 como el que hacía sin ir más lejos el propio Sydney Pollack que aquí aparece en funciones de actor (una vez más interpretando a un ricachón de lealtades dudosas), cuando los héroes clásicos de mentón de acero se vieron reemplazados por antihéroes desorientados superados por las circunstancias y la desmitificación de los géneros abríó a los personajes la opción de saltar en marcha en cualquier momento.

George Clooney (además de prota productor de la cinta junto a Steven Soderbergh) es un caso extraordinario de pediatra de la tele convertido en estrella clásica de la edad de oro nacida cincuenta años tarde, lo más parecido que tenemos en carisma a un moderno Clark Gable o Cary Grant. Como si no le bastase con ser simplemente un guaperas canoso y carismático, el hombre levanta sus propios proyectos, se mete a dirigir, se moja políticamente y se esfuerza por estirar sus registros interpretativos en dramas como Syriana, o haciendo el bobo con los hermanos Coen (O brother, Crueldad intolerable).

El personaje de Michael Clayton, en cambio, no supone precisamente un desafío para su imagen tradicional de estrella. Mitad abogado, mitad “solucionador de problemas” de un gran bufete para ricos de mierda que necesitan de un consejero astuto y discreto que les salve el culo cuando se meten en líos, padre divorciado y ausente, ludópata asediado por acreedores, es un antihéroe demasiado peliculero como para deparar grandes sorpresas. Para problemas interesantes los que se busca ese colega suyo que interpreta Tom Wilkinson (en su segunda intervención estelar del año tras El sueño de Casandra), impresionante majara que cae en una crisis nerviosa tras años de defender lo indefendible representando a una multinacional química culpable de un envenenamiento masivo por pesticidas. Wilkinson se cae del caballo un buen día y primero, como acto de purificación, se despelota en mitad de una vista y a continuación decide pasarse al otro bando y ayudar a las víctimas en vez de a los asesinos. Este desquiciado renegado kamikaze es el verdadero héroe y motor de la acción frente al cuál el Michael Clayton del título ejerce de mero apéndice como guardián y discípulo… Hay otra película más interante y extrema enterrada en Michael Clayton, y va a ser porque Gilroy ha escogido como protagonista al personaje típico en vez de al memorable.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Forgesworld


La semana pasada se produjeron en internet dos novedades de impacto:

1) la inauguración en Youtube del canal de Isabel II de Inglaterra.

2) el estreno de la web de Forges.

De momento, y sin prejuzgar los méritos relativos de cada cual, me voy a quedar con la segunda:

www.forges.com

Seguro que la de la reina también es muy graciosa pero es que está en inglés...

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Por amor al arte


Ahora que ya la han sacado de cartel y esta crítica no puede causar víctimas, confieso que a mí me ha gustado bastante La vida interior de Martin Frost, segunda peli en solitario del escritor neoyorkino Paul Auster (a quien le le picó el gusanillo del cine escribiendo el guión de Smoke (Wayne Wang, 1995) y que debutó por su cuenta en 1998 con Lulú on the Bridge). También diré que entiendo perfectamente el vacío glacial que le hicieron en el pasado Festival de San Sebastián y el ensañamiento de la crítica con esta obra inclasificable, rodada con cuatro perras y exactamente cuatro actores en las afueras de Lisboa. Bizarro romance de fantasía en el que, así por ejemplo, se cuela como escena de coqueteo ingenioso un intercambio de observaciones sobre la diferente pronunciación de Berkeley, el obispo solipsista, y Berkeley la universidad californiana. Los actores (David Thewlis e Irène Jacob) están muy bien y la dirección es competente, pero la historia del novelista que se despierta una mañana para encontrar a su lado en la cama a una misteriosa joven de la que se enamora sin saber que es su propia musa, recibe de Auster un resbaloso tratamiento de cuentecillo de Guy de Maupassant de intriga mecánica y sentimientos telegrafiados.

... O así es hasta alrededor del minuto veinte, cuando la trama hace un quiebro desconcertante y entra el elemento cómico con la aparición del absurdo fontanero interpretado por Michael Imperioli (el sobrino de Tony Soprano). Y resulta que la imaginación de Auster no se había ido del todo de vacaciones sino que simplemente toda la magia, el humor y el misterio se habían quedado al fondo de una botella mal agitada. En conjunto La vida interior de Martin Frost resulta una marcianaza muy agradable cuya gracia me temo que solo la van a ver los incondicionales de su autor. Si éste no es su caso, no se precipite y léase antes El palacio de la luna, Trilogía de Nueva York, El país de las últimas cosas o Leviatán.

martes, 18 de diciembre de 2007

La otra Mitad de la Tierra


Id comprando entradas para las navidades de 2010 porque al final hay trato. Hoy se anuncia a bombo y platillo que Peter Jackson y Fran Walsh producirán para New Line y MGM dos precuelas de El señor de los anillos basadas en El hobbit, chollo seguro que llevaba años empantanado por culpa de los pleitos entre el director y la productora titular de los derechos del libro...

Jackson y los de New Line tuvieron una bronca tremenda y pública y con abogados de por medio por culpa de la tradicional contabilidad creativa de los estudios, que a la hora de repartir ganancias se dan una maña increíble para convertir todos los beneficios en pérdidas. Bob Shaye, El jefazo de New Line, llegó a declarar a la prensa que jamás de los jamases volvería a trabajar con Peter Jackson y ni puta falta que le hacía ese desagradecido ex gordo neozelandés al que él personalmente había sacado del arroyo para ponerle a hacer películas de enanos. Se habló de encargar El hobbit a gente como Sam Raimi pero nadie acababa de verlo; Ian McKellen y Andy Serkis dejaron bastante claro que sin Jackson ya podían buscarse a otros para hacer de Gandalf y Gollum; y mejor olvidarse de que los magos de WETA volvieran a encargarse de los diseños y los efectos especiales, siendo la empresa propiedad de Jackson…

Pero las aguas han vuelto a su lógico cauce, el matrimonio Jackson ha conseguido el acuerdo que quería y ahora, en beneficio de todos, pelillos a la mar... Las dos películas se empezarán a rodar simultáneamente en 2009, siendo la primera la adaptación tal cual de la novela de J.R.R. Tolkien y la segunda (y más peliaguda), una refundición de los papeles dispersos de Tolkien que conectan la intrahistoria de El hobbit con El señor de los anillos. La noticia precisa que Jackson y Walsh serán los productores ejecutivos (y autores del guión, supongo, que ya deben de tener como poco medio escrito) pero no se mencionan directores… El caso es que ahora mismo Jackson está ocupado con un drama fantástico bastante serio, The Lovely Bones, y el año que viene tiene previsto meterse con Tintin, trilogía animada (rama captura de movimientos) que dirigirá por turnos y a medias con Steven Spielberg…

Sería una verdadera lástima que, resuelto todo lo demás, precisamente ahora no tuviera tiempo de dirigir personalmente El hobbit; a pesar de mal sabor de boca que me dejó esa chapucilla de guión corta-y-pega que acabó siendo El retorno del rey, es difícil imaginarse a nadie más adecuado que Jackson para contar la historia (comparativamente más simple, de hecho profundamente arquetípica) del viaje iniciático de Bilbo Bolsón, pequeño burgués acomodado y bajito muy a su pesar convertido en heroico guerrero y protagonista de leyenda…

viernes, 14 de diciembre de 2007

Fuego amigo



¿Habéis tenido ocasión de echarle un ojo al nuevo programa musical de TVE, No disparen al pianista? Pues si os interesa ya podéis correr porque, cumpliendo los malos augurios de su título, muy posiblemente le queden dos telediarios. Es uno de esos de actuaciones en directo, reportajillos, entrevistas y coloquio… Empezó el jueves 6 y la cadena no ha tardado una semana en cargarse al eslabón más débil y rebanarle el pescuezo al director y padre del proyecto, Santiago Alcanda, veterano de la movida, miembro fundador de Gomaespuma, periodista musical con solera, coordinador de El séptimo de caballería (aquel programa de colegueo de Miguel Bosé que el director de TVE se ha llenado la boca citando en la promociones como modelo de excelencia a imitar) y reciente incorporación a Radio 3 donde tiene un excelente programa de actualidad a las 22.00 de lunes a jueves llamado Tresfusión.

El primer Pianista (con actuaciones de Juanes, Diana Navarro, Marlango y Mala Rodríguez y dos minireporreportajes sobre Rufus Wainwright y la excursión de Eduardo Noriega por una tienda de discos) se emitió a las 22.00 en mitad del puente de la Constitución, compitiendo con la muerte de Franco en la Primera, Gran Hermano en Telecinco, Peliculón en Antena 3, reposición de House en Cuatro, fútbol en la Sexta, y tuvo un 2% de share, vamos, que lo vimos cuatro colgaos (aunque tuvo buenas críticas). No estuvo mal, podría haber estado mejor; el sentido común aconsejaba esperar y ver...

Pero los directivos de la Tele Pública son superseres más allá de nuestra comprensión y nuestra geometría (y con un sueldo en proporción), que se mueven a voluntad a través del tiempo y el espacio y no necesitan siquiera dos puntos de referencia para trazar una recta en una gráfica. Ellos comprendieron al instante que ese programa al que acababan de dar luz verde iba derecho al abismo y por eso ya en el segundo que emitieron anoche (grabado todavía bajo la dirección de Alcanda) se pudo apreciar un firme golpe de timón. Partiendo de un cartel impresionante con la presencia de Pereza, Quique González, Lagartija Nick y Amaral, y poniendo en práctica la máxima de que lo bueno si breve gana mucho, el previsto programa de una hora se quedó en 30 minutos de reloj, rellenando el resto hasta las 23.00 con anuncios propios de estas entrañables fechas. Al menos no se cayó del montaje el publirreportaje de Edu Soto seleccionando discos por el Corte Inglés (con bastante gusto, lo admito). Son tan susceptibles, estos patrocinadores…

Jugando yo también al joven Rappel, me atrevo a aventurar la siguiente predicción: Tras una breve agonía paseándolo por la parrilla, retirarán No disparen al pianista, dejarán pasar siete u ocho meses, quizá más, hasta que se enfríe el asunto o cambien los culos de las poltronas, y volveremos a oír esa historia de la falta que hacía un programa musical de calidad en la tele pública, eso del escaparate para los artistas, que hay que responder a las demandas del público joven y fomentar la música como valor como antídoto contra el pirateo …

Algunos de los que han dicho estas cosas tan graciosas son los mismos que se cargaron Ipop (informativo musical diario mucho modesto y económico, exactamente el tipo de programa musical que tiene lógica como apuesta a medio plazo) por su escasa capacidad para competir contra el telediario. En esa interesadamente ambigua idea de servicio público que manejan los que cortan el bacalao en Prado del Rey, los únicos espacios que al parecer se sienten obligados a defender al margen de su rentabilidad inmediata son la misa de los domingos y la felicitación navidadeña de Su Majestad.

Igual de fácil de adivinar era que escoger a un exitoso ejecutivo televisivo como ese tal Fernández para dirigir la radiotelevisión pública era como poner al lobo a cuidar del rebaño porque su currículum dice que tiene experiencia con corderos... Pues nada, entre que el ilustre presidente de la Corporación RTVE y su acólito Mr. Pons terminan de aplicar a su nuevo destino la valiosísima experiencia adquirida en Telecinco y las teles de EEUU, mi consejo para futuras intentonas de programas musicales es que encierren en un estudio a Melendi con Amaya Montero, Ramoncín y Luis Cobos y pongan cámaras hasta en el baño. Y que se metan la coartada cultural donde les quepa.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Zombi TV


Digamos, por generalizar, que hay dos tipos de historias de terror. Unas te llevan a sitios terroríficos (destartalados caserones, cementerios, bosques a medianoche) y otras te traen el terror a casa, ese miedo que surge a la vuelta de la esquina y emana de las grietas de la experiencia cotidiana. [Rec] debe de ser particularmente espeluznante para todo el que viva en un viejo edificio en el centro de Barcelona, ubicación escogida por Jaume Balagueró (Los Sinnombre, Darkness) y Paco Plaza (Romasanta) para su segunda colaboración tras codirigir hace años OT, la película; ahora vuelven a la carga con otro relato coral de ambiente televisivo si cabe todavía más espeluznante.

[Rec] recuerda bastante a El projecto de la bruja de Blair en lo de ser la supuesta grabación íntegra y sin editar de lo que ocurre cuando un par de reporteros de una tele local acompañan una salida de emergencia de los bomberos, en teoría para auxiliar a una anciana que ha tenido un accidente en casa. El plantel de actores desconocidos fingiendo no ser actores da mayoritariamente el pego con mucha naturalidad (Manuela Velasco, la reportera perraca, parece directamente extraída de cualquier simpático programa de media tarde) pero sus papeles en ningún momento van más allá de estereotipo de carne de cañón de una especie de versión mediterránea de Aquí no hay quien viva (maruja histérica con niña en brazos, familia de orientales despistados, un par viejos de Escenas de un matrimonio, el peluquero con pluma…)

Y desde el momento en que guión se las arregla para confinar espacialmente la acción, salta por los aires la ficción naturalista de reportaje en directo (exige demasiada suspensión de incredulidad y demasiada buena voluntad del espectador aceptar semejante situación de ciencia ficción en 2007 en plena Ciudad Condal). A partir de ahí la cámara de tv se convierte tan solo en recurso de estilo para una película extremadamente ortodoxa de muertos vivientes, escenario que hemos visto ya muchas veces y además bastante recientemente (y mejor). Zombis catalanes, sí, por qué no, pero los de [Rec], más que autóctonos, parecen tan importados como encontrarse a Christopher Lee con los colmillos ensangrentados paseando por la Rambla.
Sigue mucho susto de manual que, al margen del contexto donde los pongas, funcionan como lugares comunes más o menos igual de inquietantes que cualquier visita a un castillo transilvano: más que verdadero terror, se quedan en sobresaltos de parque de atracciones. A ese nivel [Rec] funciona bastante bien (y al menos a mí el bamboleo de la cámara me provoca nauseas peores que la montaña rusa).

Mi amigo Tote insistió en resumirla como “una puta mierda”. No se lo voy a discutir con mucha vehemencia porque es demasiado larga, bastante menos original de lo que promete y se esfuerza demasiado por atar todos los cabos, pero la verdad es que tiene sus momentos, que arrasó en el último festival de Sitges, que técnicamente está muy bien hecha y, cuando la rehagan los americanos (que ya están rodando), pues más todavía.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Repesca tv: Señales



No sé cuantos anuncios prenavideños me tuve que tragar este lunes hasta el final de Señales, que no había vuelto a ver desde el día del estreno. Aguanté por gusto, claro (y esta segunda vez me gustó más) porque M. Night Shyamalan es un maestro creando atmósferas (siempre con la inestimable ayuda de James Newton Howard a la banda sonora) y lo de contar una invasión extraterrestre desde el punto de vista de una familia encerrada en su granja en vez de desde el despacho oval tiene su aquel, pero definitivamente Señales es uno de esos casos en los que el conjunto es inferior a la suma de las partes. En su momento fue la primera grieta en mi inquebrantable fe en la infalibilidad de Shyamalan tras El sexto sentido (que aunque lo parezca no es su primera película, tiene otras dos anteriores aún por ver) y El protegido. ¿Qué pudo ocurrir? ¿Fue el cambio de Bruce Willis por Mel Gibson? ¿Fue el inesperado rollo devoto? ¿Fue ese final de que con el agua se van y sin frotar?

Muchos creimos ver en Shyamalan al sucesor natural del primer Spielberg (en aquellos días en los que el millonario barbudo parecía echado a perder intercalando chorradas infantiloides como El mundo perdido con paternalistas lecciones de historia tipo Amistad con las que intentaba bañarse de nuevo en las glorias de Schindler), que él sería el siguiente gran renovador de la fantasía y la ciencia ficción, un Spielberg en versión intelectual, sin tontunas ni blanduras, un autor de fantasías con subtexto, inteligencia y humanismo. Quien iba a imaginar que el subtexto se iba a acabar comiendo al texto, que el ego se le iba a inflar de tal manera (él mismo chupando cada vez más plano en cada película, ascendiendo del cameo a lo Hitchcock a un virtual coprotagonismo al estilo Woody Allen), que el sentido de la propia importancia del mensaje se iba a apoderar de la narración hasta alcanzar la apoteosis ombliguística de La joven del agua, que yo recuerdo haber defendido en su día pero que, vista en perspectiva, hay que admitir que es una buena historia que se hunde lastrada por su artificioso y más bien penoso formato metatextual.

Parte de esto se aprecia ya en Señales: el personaje del director como demiurgo accidental que pone en marcha los acontecimientos y da pistas para avanzar la acción, inconsistencias argumentales ignoradas en pro del sentido general y unos personajes que se mueven por una trama prediseñada y se asombran al descubrir que todo encaja como por acuerdo de un designio superior (solo les falta el paso siguiente de reconocerse personajes de ficción). Y como en realidad es bastante frecuente eso de que en una historia cada uno de los elementos que aparecen cumpla una función, y dado que el valor probatorio de los milagros imaginarios está hoy día bastante cuestionado, Señales tiene un plus de significado superpuesto bastante superfluo e irritante, porque los temas del sacerdote que ha perdido la fe y el de la invasión extraterrestre no se refuerzan mutuamente de manera orgánica sino que están encajados a martillazos.

Spielberg remontó el bache, se sucedió a sí mismo y ahora está en plena segunda edad de oro, pero la carrera de Shyamalan tampoco es que apunte a un declive imparable (siendo El bosque mejor que Señales, o quizá simplemente es que estoy más de acuerdo con el mensaje). El verano que viene estrenará una fantasía ecologista apocalíptica con Mark Wahlberg y los que lo han leído dicen que el guión es estupendo. Quizá le haya sentado bien una cura de humildad (porque La joven del agua recibió una sobredosis de jarabe de palo). La moraleja de esta entrada, por si aún no la habéis adivinado, es la siguiente: No pongas todos los huevos en la misma cesta y diversifica tus ídolos: alguno de ellos podría resultar humano.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Niños antiguos reunidos


Los niños nos dan miedo. Miedo a que les pase algo, porque son débiles, un poco lerdos y fáciles de engañar y están expuestos a toda clase de peligros (todo el catálogo de los amenazas tradicionales de los cuentos de hadas más alguna que otra moderna). Y miedo también a ellos mismos porque son criaturas misteriosas en estado de flujo, de potenciales insospechados que cambian día a día, personalidades en construcción que tras su mirada inocente esconden un manipulador tiránico que obedece a instintos primarios anteriores a la civilización.

El cine de terror los ha empleado a menudo como víctimas o verdugos y un poco de cada cosa hay en El orfanato. Que es una película de género (terror gótico, lo llaman) y lo que hace lo hace bastante bien, pero lo de trabajar los géneros tiene el inconveniente de dejarte especialmente expuesto a las comparaciones con obras precedentes. Más te vale entonces tener algún as en la manga, porque los grandes relatos de género no se limitan a articular con corrección gramatical el vocabulario existente, sino que lo enriquecen y expanden, fuerzan las fronteras del lenguaje preestablecido y conquistan nuevos espacios que otros se apresuran a colonizar (véase como, en cuanto al tema fantasmas, el género aún sigue viviendo de las rentas de El sexto sentido).

El orfanato es una variación ingeniosa sobre un buen número de motivos clásicos (el caserón gótico, los niños fantasmas, la medium de Poltergeist, el saco en la cabeza del hombre elefante...), protagonizada por personajes convincentes, bien construidos y con los que es fácil empatizar (estupenda Belén Rueda, madre sufridora, asustada, fuerte e intensa, bien el niño, creíble y digno Fernando Cayo como el marido), tiene ideas, muchas y algunas bastante buenas, y (detalle importante) da bastante miedo cuando tiene que darlo, pero le falta el ingrediente secreto que la haga especial.

Película de modestas ambiciones, para nada la típica aspirante a premio en la que le ha convertido la academia del cine español, esa falta de pretensiones también juega a su favor; uno se relaja y empieza a subestimarla y de pronto ataca con una escena brillante o la trama hace un quiebro hitchcockiano inesperado. Y si en algún momento toma cierto aliento poético que parece querer ir un poco más allá, esa chispa nunca acaba de prender y lo que se impone es la habilidad del mecanismo. Producida por Guillermo del Toro (pero muy inferior a cualquiera de las propias), es la ópera prima del guionista Sergio Sánchez (no confundirlo, tal como hice yo en su día, con el crítico de Fotogramas) y del director Juan Antonio Bayona, un poco de bisoñez se les nota: la dirección es algo irregular, funcional tirando a invisible, y el guión canta bastante a taller de escritura hollywoodiense, no precisamente en el sentido de filtros de color de rosa sino en la carpintería reforzada de su construcción, donde no hay una palabra de sobra ni puntada sin hilo, uno de esos guiones pensadísimos, llenos de ecos interiores y donde cada momento clave tiene un preludio en alguna escena anterior. Lo cual hace todavía más llamativos ciertos tremendos agujeros en la trama, completamente inexplicables... Pero se trata de una película inofensiva y simpática y no tiene sentido ensañarse pasándola por el colador del análisis racional. Lo mejor, sin duda, la intervención de Geraldine Chaplin y la última aparición de la señora Benigna (eso sí que no me lo esperaba).

jueves, 29 de noviembre de 2007

Temporada de patos


Shoot´em up es como se llama a los videojuegos de apuntar y disparar, las clásicas galerías de tiro vituales llenas de enemigos a abatir donde la habilidad prima sobre el argumento. Shoot´em up, la película, al final resulta que tiene algo parecido a un argumento pero nadie la va a recordar por eso: son noventa y tantos minutos desquiciados, frenéticos, absurdos de puro y duro darwinismo práctico que producen la película de acción más desprejuiciadamente divertida vista en bastante tiempo. Shoot´em up hace en su género algo parecido a lo que hizo Shaolin Soccer por el cine deportivo, incorporando similar hiperrealidad de dibujo animado aunque con mucho menos evidencia de trucos digitales, con hazañas igual de imposibles pero tirando más hacia el realismo sucio que al mágico...

El director Michael Davis reclutó a Clive Owen enseñándole una version animada hecha por él mismo de las principales secuencias de acción y cuenta que Owen dijo: “yo quiero ser ese tio”. El protagonista, una especie de homeless de inesperada y casi sobrenatural destreza que se hace llamar “Señor Smith”, es el primer héroe de acción adicto a las zanahorias (buenas para la vista y con más de una utilidad extra). Metido sin comerlo ni beberlo a protector de bebés (un trabajo en el que Owen, tras la experiencia acumulada en Hijos de los hombres, está cada día más a sus anchas), a partir de ese momento comienza un sinvivir de correr, esconderse y liquidar oleada tras oleada de matones que parecen la versión urbana del desembarco en Normandía. Se los envía Paul Giamatti (el malo) un tiparraco iracundo y genial, deslumbrante mamarracho que es pura caricatura lo mismo que el resto pero tremendamente divertido. Monica Bellucci cierra el trio protagonista como la clásica prostituta con corazón de oro, y si alguien podría pensar que hay aquí sobredosis de talento para personajes tan simples, precisamente mucha de la gracia de la película está en el enfrentamiento entre Owen y Giamatti jugando a quién es más chulo de los dos.

El director y guionista es un señor inglés de Birmingham que tiene ya unos cuantos trabajos detrás, un par de comedias románticas adolescentes y varias películas fantásticas de bajo presupuesto bastante bien valoradas por los que las han visto, que destacan su retorcido sentido del humor. Después de esta presentación masiva tan contundente es más que posible que los ejecutivos de Hollywood se hayan quedado con su nombre para encargarle la próxima secuela de The Fast and the Furious (lo que ellos consideran pasar a primera división…)

martes, 27 de noviembre de 2007

Noticias del exterior

Hoy siento un irrefrenable deseo de repetir como un lorito diversas noticias cinematográficas del día. Ahí van:

1- Buenas perspectivas para el fin de la huelga de los guionistas americanos: las partes se han vuelto a reunir después de 2 semanas y, aunque no ha trascendido nada, se rumorea que las productoras pueden haber aprendido modales tras la inesperada cancelación del rodaje de futuros pestiños tales como Ángeles y demonios (precuela de El código DaVinci) y las amenazas de los anunciantes televisivos de largarse con su dinero a otra parte.

2- Detalles sobre la próxima película de Scorsese, otra vez con DiCaprio, Shutter Island (basada en novela de Dennis Leary –Mystic River). Dos policías de Boston en los años 50 viajan a una isla cercana para investigar una desaparición en una institución mental donde pasan cosas muy raras, y donde les sorprende un huracán y un motín de los pacientes.

3- Fotos, montones de fotos:

a) Fotos del rodaje de Watchmen (aquí); solo localizaciones, por el momento, pero clavadas al cómic (y en una se ve de refilón a Rorschach). Pero la fidelidad a la estética es la parte fácil de este embolado para el director de 300...

b) Heath Ledger como el Joker en la portada de Empire Magazine (aquí): nada de particular, tan solo un payaso dando (bastante) miedo.

c) Tres nuevas fotos de Indiana Jones and the Kingdom of the Cristal Skull (1, 2 y 3) capaces de producir por sí solas el efecto sobrenatural de convertirme otra vez en un crío de 13 años. Sobre todo ésta, Sudamérica. Exterior. Día.


sábado, 24 de noviembre de 2007

Epílogo


Apéndice ilustrado a la entrada improvisada de mala manera del viernes. En la que, por cierto, he cambiado el video de muestra, Mi hijo es un canalla por No tengo amigos, que es mucho mejor canción...

viernes, 23 de noviembre de 2007

¡Era él!

Esta mañana escuchaba yo distraidamente Siglo XXI de Radio 3 cuando ha vuelto a salir Rafa Corega, este cantautor peripatético que por algún motivo tiene tribuna fija en el programa todos los jueves... La diferencia es que hoy el presentador ha dicho algo de una colaboración de Faemino "Qué gracia" pienso yo, totalmente en la inopia "Faemino haciéndole una historieta de introducción al tema, debe de ser amigo suyo de verse por los bares". 10 horas más tarde vuelvo a acordarme y me entra una horrible sospecha ... He aquí su página oficial:

www.rafacorega.com

...donde por sus fotos promocionales se comprueba sin resquicio de duda que el nuevo ídolo freak de youtube (véase su muy visitada versión del himno nacional), ese cantante de la voz de plata que se define a sí mismo como "apolítico de derechas" no es otro que el propio Faemino, ese cerebro en la sombra capaz de crearse un alter ego con el que heredar el trono del Chaval de la Peca. ¿Quién iba a pensar que el hombre, entre copazo y copazo, tuviera estas inquietudes ocultas? ¡A la vejez viruelas!

(mientras tanto, no por eso Faemino y Cansado se separan, que actuaron la semana pasada en Tudela con lleno total y las habituales chaquetas de colores).



martes, 20 de noviembre de 2007

El asesinato, una salida universitaria


Hace algun tiempo adopté como política de empresa pasar de colgar trailers de futuras películas con buena pinta (porque los freaks interesados ya sabéis donde encontrarlos y los que no, pues es absurdo). Pues hoy toca una excepción con Los crímenes de Oxford:




Los crímenes de Oxford es lo próximo de Alex de la Iglesia (y su inseparable coguionista Jorge Guerricaechevarría), que a la hora de la verdad, cuando hay que dejar dos y quedarse con uno, posiblemente sea mi director español favorito; ese humor negro, esa mala leche, ese costumbrismo cañí, esos antihéroes patéticos, esa energía torrencial, esa fantasía desbocada, esa amor tan puro por todas las ficciones baratas y lo que para otros es basura… El director bilbaíno es un temerario que siempre se tira en plancha haya o no haya bastante agua en la piscina (pero hasta sus contados semifracasos son pura épica). Y con esta película en concreto me tiene un poco preocupado... Como podéis ver en el trailer, se trata de una coproducción internacional rodada en inglés y en Oxford, Inglaterra, protagonizada por Elijah Wood, John Hurt y Leonor Watling, basada en la novela homónima del argentino Guillermo Martínez. Y por lo visto, es un thriller completamente en serio.

La novela me la leí hace un par de años en un ratillo durante un vuelo de 12 horas y me pareció bastante ingeniosa, una especie de El nombre de la rosa light que sacaba buen partido del ambiente matemático y de alguna de las teorías que manejan esos tíos en bata, pero en el fondo poco más que otra novela policiaca de las de toda la vida un poquito más currada.

El trailer se parece un montón a lo que recuerdo pero aquí lo importante van a ser los detalles ¿Habrán conseguido De la Iglesia y Guerricaechevarría elevarse sobre el material de partida y llevar la historia a su terreno? La respuesta el 18 de enero.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Persépolis: el mundo bajo el pañuelo


Aunque es verdad que todo individuo lleva dentro una novela, también es cierto que algunas necesitarían de la máxima eminencia mundial en la materia y un forceps para extraerlas. Otros, en cambio, dan para largometrajes de animación...

En ese constante tira y afloja por ensanchar las fronteras del cómic antes de que sea devorado por las presentaciones comerciales en powerpoint y las animaciones flash, las historietas autobiográficas se han convertido en un subgénero en alza. Desde los pioneros Will Eisner (con crónicas costumbristas de su barrio y primera infancia en Brooklyn) y Art Spiegelman (con Maus, relato del Holocausto representado con ratones y gatos, de hecho una reconstrucción de las memorias del padre del autor y la difícil relación entre el narrador y ese viejo superviviente lleno de temores), muchos otros dibujantes han seguido esa senda, ansiosos por expresarse de forma más personal y auténtica, lejos de la atmósfera asfixiante de los supercodificados géneros comerciales.

Solo que las vidas de los dibujantes de cómics tienden a confluir peligrosamente en un limbo rollo “cine independiente de los 90”, un costumbrismo coral más o menos intercambiable de eternos adolescentes maniáticos viviendo sus pequeñas angustias suburbanas, una especie de versión adulta de las aventuras de Charlie Brown y su perro Snoopy. Nos identificamos y nos reconfortamos, pero realmente, como dirían Faemino y Cansado, después de leerlo nos quedamos como estamos (no es que nos aporte demasiado).

Uno también se puede identificar con los recuerdos de la primera infancia y juventud de Marjane Satrapi, autora de Persépolis (publicado en cuatro partes) que era, según parece, una niña fantasiosa y salvaje como el Calvin de Calvin y Hobbes, fan de Bruce Lee, de los BeeGees y después de Iron Maiden y más mesiánica que Mafalda sólo que nacida en Irán, y con edad suficiente para vivir en directo el antes y después del derrocamiento del Sha, la subida al poder de los fundamentalistas chiís de Jomeini y las purgas subsiguientes para forjar la gran república islámica…

Hay historias tan terribles (guerras y revoluciones, terror, opresión, torturas, ejecuciones) que la perspectiva de adentrarse en ellas provoca un rechazo automático, el público desconecta el chip de empatía y huye despavorido como si la desgracia fuera contagiosa (no sería la primera vez). Pero si se cuentan empleando dibujos sencillos, monocromáticos y de aspecto simpático, las defensas caen y se activa el reconocimiento de las semejanzas.

Persépolis es tierna, divertida y estremecedora de una manera completamente inesperada, una combinación de ingenuidad y realismo documental que se clava en el espectador y pasa a formar parte de su mapa del mundo. La película se asoma al enigma de esas mujeres esfinge cubiertas de la cabeza a los pies, silenciosas y anónimas, nos cuenta bastante sobre quienes son y qué es lo que piensan ellas y el resto de los iraníes, de cómo viven su vida y qué clase de vida es esa, tan devota por la cuenta que les trae. Y la respuesta es que, en el fondo, todo el mundo es muy parecido por mucho que en la superficie les obliguen a adaptarse.

Persépolis es, además, una auténtica obra de arte que pese a su engañosa sencillez combina magistralmente toda clase de técnicas de animación para contar esta historia (color, blanco y negro, línea clara, expresionismo, imágenes recortadas). Extraordinariamente escrita y dirigida por la propia Satrapi y el también historietista y animador Vincent Paronnaud, la película se llevó el premio especial del jurado en el Festival de Cannes de 2007. El gobierno iraní envió a través de intermediarios una nota de protesta, quejándose de que “no presentaba un retrato realista de los logros y resultados de la gloriosa Revolución Islámica” y alegando que incluirla en la competición dañaría la reputación del festival. Estos barbudos son la monda.

domingo, 11 de noviembre de 2007

La invención de la radio


Resulta que a mi programa musical favorito (El Ambigú, en RNE3, lunes a viernes a mediodía) le ha salido un clon en RNE1: La madriguera (de lunes a jueves, a medianoche).

Al ínclito Diego A. Manrique le ha dado por pluriemplearse otro poquito más para hacer prácticamente el mismo espacio con diferente cortinilla y cuñas: el mismo tipo sorprendente de menú degustación enganchando épocas y estilos según como tenga el responsable ese día el mapa neuronal (como mucho, un poco más relajado en función del horario nocturno).

¿Ventajas de fichar por la primera división de la radio pública (que por lo visto es donde se queda toda la pasta y la inversión en tecnología que para su hermanastra musical apenas es un rumor)? Pues, por ejemplo, que a Manrique le han puesto un blog:

http://blogs.rtve.es/lamadriguera/posts

y que, igualito que en la BBC u otras emisoras de verdad, todos los programas de La madriguera del último mes se pueden escuchar on line o descargar como mp3 para llevártelos de paseo y oirlos en horario de gente decente.

Podcasts de La madriguera

Con lo cuál damos por oficialmente inaugurado el siglo XXI.

martes, 6 de noviembre de 2007

Ver las estrellas


Dos variantes de la misma anécdota:

Versión 1: Un niño marcha solo tirando de una cabra camino del mercado; en su casa son muy pobres y su madre le ha encargado venderla. El niño se cruza con una hermosa mujer que lo transforma en cabra, ata a los dos animales a su carreta para que tiren de ella y prosigue su viaje; nadie vuelve a saber jamás del muchacho.

Versión 2: un granjero de escasas luces con un cierto aire a Shaggy de Scooby doo sale de su casa con una cabra seguido por los gritos de su mujer, que le advierte que no se le ocurra irse como siempre a la taberna. El hombre se encuentra con una bruja que lo convierte en rumiante para que tire del carro; un tiempo después lo transforma en sirvienta (y él hace gestos apreciativos hacia sus nuevas tetas) hasta que finalmente el hechizo se rompe y el tipo consigue escaquearse indemne de toda esa desquiciada peripecia.

Ahora otro argumento que también es un clásico: ése de uno que se va de viaje y deja a cargo de un vecino de confianza a su más querido animal de compañía; algo le acaba pasando al bicho (espachurrado, envenenado, fugado por época de celo…) y los cuidadores negligentes buscan otro igual para reemplazarlo y encubrir los hechos. El dueño, que no es tonto, se da cuenta enseguida de que la mascota no es la misma, porque la suya no estaba recién esquilada, no iba vestida de faralaes ni estaba disecada y rellena de paja.

Matthew Vaughn (director de Layer Cake, antes de eso productor de piezas de cine británico tarantiniano como Snatch, cerdos y diamantes y Lock & Stock) se llevó en custodia un oscuro y romántico cuento de hadas, la novela Stardust de Neil Gaiman (versión 1) y a cambio nos devuelve una amasijo descoyuntado y ramplón (versión 2), una amalgama de efectos visuales de anuncio de pilas alcalinas, topicazos recalentados arrancados de La princesa prometida y chistes de Arévalo con una puesta en escena del imitador más tonto y automedicado de Terry Gilliam.

Vaughn dice que el libro le interesó porque le pareció original y diferente, que le recordó a dos de sus películas favoritas, La princesa prometida y Huida a medianoche (aquella comedia ochentera en la que Robert De Niro hacía de un cazarrecompensas que llevaba a entregar a un contable de la mafia charlatán e insoportable esquivando a los gangsters y a los federales). Y después de leer sus declaraciones lo entiendo todo, porque es verdad lo de que cada lector hace su propia lectura y se monta en la cabeza la película que le da la gana, pero ese salto mental entre llevar prisionera a una estrella caída a la Tierra en forma de mujer y hacerlo con un sudoroso chupatintas de la mafia parece pasar por alto ciertas diferencias no completamente irrelevantes en cuanto a contexto, tono y estilo...

El director y adaptador pierde durante el transplante poesía, romance, tensión, misterio y cualquier sentido de lo maravilloso; respeta más o menos el esqueleto (y con eso le da para apañar un producto pasablemente entretenido) pero pasa como elefante por cacharrería sobre la cuidadosa labor de orfebrería de Gaiman, uno de los grandes renovadores del fantástico, narrador superdotado, aclamado novelista y guionista de clásicos del cómic como Sandman, creador de mitos modernos, especialista en insuflar vida y emoción al concepto más abstracto, maestro de una cierta clase de lirismo siniestro y trágico que en Stardust sigue presente pero en segundo plano porque se trata de un cuento de hadas, una obra ligera, divertida, para niños y grandes pero contada completamente en serio, donde los héroes las pasan canutas y los malos acojonan y hacen daño de verdad.

En cambio, Stardust, la película, (lobotomía brutal del original) es prosaica, estridente y derivativa, carece de disciplina o confianza para mantener otro tono que no sea un cierto distanciamiento cómico respecto a lo que cuenta y ni se molesta en intentar construir una apariencia de coherencia (todo es magia, cualquier cosa pasa porque sí y todo mola igual gracias a esos efectos digitales chapuceros y pomposos que parecen de plástico). El fichaje de Robert De Niro para lo que no debiera haber sido más que un cameo se convierte en todo un tercer acto alternativo que es como un cortometraje incrustado a martillazos en la historia; morcillas de diálogo presuntamente ingeniosas que provocan rechinar de dientes, un héroe bajo de carisma, una protagonista femenina que se pasa la película haciendo muecas y un auténtico pegote de final peliculero (otra vez el mismo de siempre, ese que nunca falta). Por lo menos Michelle Pfeiffer se lo ha pasado bien maquillándose y desmaquillándose...

lunes, 5 de noviembre de 2007

Suelten los lápices


En un episodio de Studio 60 on Sunset Street, efímera serie del genio de Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca) sobre las entretelas de un programa de sketches semanal, el jefazo supremo del estudio hablaba con un brillo de arrobo en los ojos de cierto aparatejo en pruebas que examinaba guiones, los comparaba con los mayores éxitos de su género y corregía lo que no acabara de funcionar hasta conseguir el producto perfecto (una máquina semejante que corrigiera decisiones empresariales al parecer no estaba en proyecto).

Un trasto así (y algo como eso dicen que ya está inventado para los hits musicales) sería la piedra filosofal de los mandamases de los medios, la puerta a una cultura del entretenimiento completamente domesticada, retroalimentada y automática, una máquina de movimiento perpetuo, sin factor humano, creaciones sin creador. A estas alturas ya os habréis enterado de que hoy ha empezado la huelga indefinida de guionistas de cine y televisión de Estados Unidos tras meses de infructuosas negociaciones para lograr un nuevo convenio. Los últimos monos de la industria del espectáculo están en pie de guerra por la parte que les toca de los dvds y las descargas legales de internet (de internet, el gran futuro del negocio, actualmente no reciben nada, y de los dvds 4 centavos por unidad, lo mismo que vienen cobrando por los videos vhs desde finales de los 80 sin corrección de inflación alguna).

Dicen que de la huelga de 1988 (que duró 22 semanas, hasta que los guionistas cedieron) nació el imperio del Reality Show; se ignora qué nuevas pesadillas traerá esta de 2007; supuestamente, más tazas del mismo caldo, que es la gran baza de unos productores cada día más confiados en el poder de las reposiciones y los programas sensacionales tirados de precio que se escriben solos (o por gente no afiliada al Writer´s Guild).

El verdadero campo de batalla será la televisión porque el cine se ha preparado bien para el asedio: Proyectos en vía muerta como la segunda película de Expediente X han visto repentinamente la luz verde y casi todos los títulos importantes previstos para el año que viene están ya en pleno rodaje o disponen de guiones terminados (aunque sea a trancas y barrancas antes de la fecha límite, pero ¿quién notará la diferencia? Hasta puede que la incapacidad de ordenar nuevas reescrituras mejore un poco la calidad media del cine comercial USA el año que viene).

Ya han parado los talk shows (escucho en un informativo el comentario malicioso de que Jay Leno o David Letterman no podrán hacer programas nuevos salvo que se escriban ellos los chistes. Falso: si son miembros del sindicato, que es lo más probable, tampoco se les permite escribir para sí mismos). Si la cosa no se resuelve pronto, en cuanto se queden sin guiones (o quizá antes) se detendrá la producción de series reales y animadas (ej. Los Simpson), y así Hugh Laurie (el doctor House) tendrá ocasión de pasar más tiempo con su familia en Inglaterra y superar su depresión transoceánica. Alguna ventaja tendría que tener, que tampoco es el fin del mundo y además, las pocas series americanas que funcionan bien por aquí (CSI, Prison Break, Anatomía de Grey, Heroes…) o son ya reposiciones la mitad del año, o todos los capítulos son poco más o menos intercambiables, o simplemente a mí no me gustan...

No será el fin del mundo para vosotros, gente sin criterio que no sois fans de Perdidos, evidentemente la mejor serie americana en producción y que tiene la mala suerte de ser la única que es un relato continuo en progresión... Quienes teníamos ya que vivir el suplicio de esperar hasta febrero para reengancharnos a la historia (a esa cuarta temporada que ya venía reducida tan solo a 16 episodios) nos quedamos de pronto sin fecha ni calendario para volver a ver al gordo Hugo, al matrimonio coreano o al monstruo de humo de la isla. No queda otra que solidarizarse con la causa de los escritores (porque tienen razón, y porque lo que salga de ahí tendrá repercusiones a medio plazo en la industria del entretenimiento del mundo entero) y rezar para que el acuerdo llegue pronto. Por cierto que Damon Lindelof, productor ejecutivo de Perdidos, es, jugarretas del destino como esas que él escribe, uno de los negociadores por parte de los guionistas...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Mujeres fatales


Mataharis es, efectivamente, un título de coña, por mucho que el personaje de María Vázquez tenga una foto de la famosa espía colgada en el salón (va a ser que la chica tiene mucha fantasía)...

Concluyo esta trilogía accidental de críticas de cine negro (pura coincidencia) con una película que en realidad no es nada negra (o al menos no más que el día a día de la mayoría) aunque la protagonicen tres detectives privadas de una agencia de Madrid especializada, como es natural, en chanchullos de sexo y dinero (corruptelas empresariales, socios desleales, parejas infieles). Tres profesionales bregando con un trabajo absorbente que hace estragos en su vida personal, que lo mismo podrían ser abogadas, veterinarias o decoradoras pero no, porque los casos que les llegan son situaciones cotidianas de fácil identificación llevadas al extremo, problemas en avanzado estado de descomposición que se las arreglan para contaminar de mal rollo sus horas fuera de servicio: sospechas, distanciamiento, deterioro de la convivencia, y la mala conciencia del mercenario porque el que paga manda y a la razón y a la justicia que les vayan dando.

Nuria González, la mayor y medio jefa, vuelve a su casa al final de la jornada y está más sola que si no viviera con nadie, cargando con una convivencia fantasmal poblada de silencios donde es su mirada la que lo dice todo. Nawja Nimri, madre reciente recién reincorporada, hace aquí la mejor interpretación que le he visto, frágil, dolida, confusa, incapaz de reaccionar cuando salta a la luz un secreto en su propia casa. María Vázquez, la más joven de las tres, es todavía una novata vocacional que aún conserva la ilusión del principiante y se muere de ganas de trabajar de infiltrada en un caso de los gordos. Vázquez me recuerda mucho a la propia directora en los tiempos en que se dedicaba a la actuación y exhibía las virtudes que después traspasaría a sus películas: una desarmante naturalidad y esa apariencia de sencillez que esconde capas y capas de profundidad…

Icíar Bollaín, donde pone el ojo, pone la bala; directora de varias de las mejores películas del reciente cine español aunque por algún motivo rara vez salga mencionada en las listas, la suya es una progresión impresionante: Hola, ¿estás sola? Flores de otro mundo y Te doy mis ojos son todas magníficas, y completamente diferentes entre sí salvo por el hecho de acercarse a realidades complicadas por las que la ficción en general pasa prudentemente de largo. Mataharis es igual de inclasificable, posiblemente la mejor de todas y, si yo fuera productor de televisión, ya estaría llamando porque la premisa es tan buena y tiene tanto para rascar que dentro cabrían años de historias...

martes, 30 de octubre de 2007

El sueño de Casandra


Nunca habían estado los créditos tan caros como en la nueva película de Woody Allen. Tras el respiro el clave de comedia ligera de Scoop, el maestro regresa a las sombras de Match Point para su tercer trabajo en Inglaterra, dando un descanso a Scarlett Johanson para fichar a Ewan McGregor y Colin Farrell en la piel de una pareja de hermanos sin un céntimo y urgentemente necesitados de pasta, uno para poner en marcha un nebuloso negocio hotelero con el que mantener el tren de vida de su nueva y fabulosa novia actriz, y el otro simplemente para que no le partan la cara por deudas de juego. La pregunta es, ¿qué están dispuestos a hacer para conseguirlo?

El amor de Woody por el cine negro está ampliamente registrado ya desde su primera película, Toma el dinero y corre, falso documental sobre la penosa carrera de crímenes de un raterillo de poca monta. Cuando en 1989 concibió su primer drama con asesinato, Delitos y Faltas, todo el mundo salió mentando a Dostoiveski, y lo mismo ocurrió con Match Point (y con razón porque las implicaciones morales del crimen sin castigo jugaban un papel fundamental en ambas tramas). Con El sueño de Casandra, en cambio, pese a esas referencias de tragedia griega, no cabe otra que acordarse de Perdición de Billy Wilder (y hasta el ominoso significado premonitorio del título, la pista que adelanta el futuro giro de los acontecimientos, tiene su traducción más popular en forma de cita de Bonnie & Clyde).

Porque esto es puro cine negro, negrísimo, completamente sobrio, sin sombreros, gabardinas ni automáticas pero fiel a las raices morales del género tal como lo abordaron los maestros europeos exiliados en EEUU (además de Wilder pienso en Fritz Lang y sus historias de hombrecillos corrientes arrastrados a un infierno de culpa y terror a partir de un momento inicial de debilidad).

Por eso me ha chocado leer un par de críticas negativas coincidentes (Carlos Boyero en El País, Sergi Sánchez en Fotogramas) hablando de una película sin tensión, con un dilema moral plano y personajes carentes de interés. Discrepo...

Aún solapándose bastante en su temática, El sueño de Casandra me resulta más inquietante, tensa y agobiante que Match Point (tan extrañamente sobrevalorada teniendo en cuenta lo poco que añadía a Delitos y Faltas, salvo la novedad del ambiente inglés y algunos elementos de thriller), y también menos visceral precisamente porque se despoja de tanta novelesca de altos vuelos, de toda esa literatura de psicología criminal para quedarse solo con la sustancia cínica, pedestre y amoral del “si dios no existe, todo está permitido”. Porque, después de todo, solo importa la familia, nos dicen, y el asesinato es un simple tabú sin otro fundamento que unos escrúpulos infantiles que hay que vencer (como para comer pescado crudo), un pequeño esfuerzo extra para mejorar de situación en la vida, lo mismo que hacer un máster o apuntarse a chino.

El elemento distintivo y más terrible de la historia es la absoluta normalidad, e incluso mediocridad de estos hermanos, dos tipos simpáticos de clase trabajadora, buenos chicos con defectos corrientes y ambiciones vulgares, improbables villanos de serie negra empujados a serlo sin aviso ni preparación (aunque no sin valorar primero cuidadosamente sus ventajas e inconvenientes). Ewan McGregor ya tiene poco que demostrar como actor y él es quien lleva la iniciativa pero Colin Farrell no se queda atrás y se luce en su interpretación del más frágil y espeso de los dos (Carlos Boyero lo llama cejijunto y “supuesto alcohólico que se comporta como un anfetamínico”. Él sabrá, que para eso es un experto). En cambio es todo un descubrimiento Hayley Atwell en el papel de la novia actriz de McGregor, un bellezón que había hecho tele y teatro con una tremenda presencia ante la cámara, aunque las mejores frases sean para Tom Wilkinson encarnando al pariente propietario de una cadena de clínicas de estética.

Hay quien ha definido El sueño de Casandra como una comedia negra, quizá al estilo de El quinteto de la muerte; en el cine, efectivamente, buena parte del público se partía de risa con las barbaridades de Wilkinson, ingeniosas, sí, pero que en el fondo no tienen ni puñetera gracia, y menos si vienen envueltas en una banda sonora de Philip Glass. Pero eso es un Woody Allen funcionando al 100% , volcando en este siniestro relato moral todo ese genio que apenas se percibe en algunas de sus más recientes comedias (o libros de relatos), como si las de risa fueran vacaciones del trabajo de verdad con las que airearse y estirar las piernas... Aunque como últimamente este viejo neoyorquino está empeñado en rompernos los esquemas, quien sabe si su próxima peli barcelonesa no le saldrá obra maestra...

domingo, 28 de octubre de 2007

Tierra de contrastes


Sábado 6 de octubre, 10.30 de la mañana: 6 cortos en competición, un poco de todo en la mezcla, videos de bodas y bautizos y acabados digitales ultraprofesionales como para licenciarse en Sundance; la típica chorrada graciosa de tres minutos al estilo Tarantino (Killing of a rat), un voluntarioso remake navarro de Los amigos de Peter al que le sobraba medio metraje (Ya me conoces) y un anuncio contra la droga disfrazado de tributo a Tésis en el que un gilipollas se tomaba unas pastillas para aguantar una noche de estudio tras ver la peli de Amenábar y acababa alucinando con que todos sus amigos (cada uno por su cuenta) le perseguían para matarlo. Mayor amenaza suponían un simpático sketch musical acerca de un bailarín callejero perdido en un contexto surrealista (Ni tacones ni pones) y, sobre todo, Dayvan Cowboy, un corto de impecable estética publicitaria (es más, para mí que el prota es el mismo que hace de ese pobre enfermo mental con logorrea en la campaña de renovación de imagen de El País) y música extraída de Carretera perdida y demás obras de Lynch: un mínimo hilo argumental enlazaba escenas en las que inexplicablemente los roles de los participantes aparecían intercambiados (madre-hijo, maestro-alumnos, cliente-vendedor); con un final más ingenioso de lo que prometía, sí, pero aún así bastante derivativo…

Si ahora menciono que uno de los cortos en competición era de un amigo, en el cuál, para más delito, figura una pequeña colaboración técnica por mi parte, quizá sospecháseis de la objetividad de mis observaciones. Para neutralizar tan injustificados recelos, nada mejor que citar las sabias palabras del Gran Wyoming: Lo que España vota va a misa… En un acto pleno de justicia y sabiduría, Bad City (ep. 2: Wendy) de Aitor Unzu y Dani Pérez, con corte de proyección por fallo técnico y todo, se hizo con el premio al mejor corto navarro en video por votación popular dentro de las actividades del VIII Festival de Cine de Pamplona (a las cuáles, con esta excepción, no me dio la vida para asistir).

Bad City nació de una tormenta neuronal provocada por el visionado de su casi homónima Sin City, la película más la subsiguiente ingestión de todos los cómics precedentes de Frank Miller, y el corto no intenta precisamente disimular esos orígenes. ¿No lo hace eso más derivativo todavía, ficción de segunda o tercera mano?

Pues no; en el arte, lo mismo que en biología, la copia creativa, lo bastante inexacta como para triunfar en un medio nuevo, es el principio básico de la evolución: el rock es una copia imperfecta del blues hecha por chavales blancos que tocaban deprisa para disimular la poca idea que tenían. Akira Kurosawa hizo películas de samurais inspiradas en John Ford y Dashiell Hammet y Sergio Leone se las copió para crear el spaghetti-western, transformando a su vez la manera en la que los propios yankis hacían los suyos. Y la misma Sin City no es sino una regurgitación en clave de pesadilla febril de todos los arquetipos del cine y la novela negra (Chandler, Hammet, James M. Cain, Mickey Spillane, Harry el sucio...) con el contraste a tope e inyecciones de esteroides como para matar a una ballena.

Además, Sin City no es una historia sino un formato, un territorio, y el de esta versión difícilmente se iba a parecer al expresionismo cromodigital de Robert Rodríguez (de hecho, Bad City salta por encima de esa adaptación para enlazar directamente con el cómic; un universo entintado en negro con la ocasional pincelada de color; más después sobre ésto): rodado en Burlada, con un presupuesto ínfimo y en apenas un fin de semana, el corto requería una planificación de hierro, toda clase de trucos de composición en plan Meliés y creatividad por un tubo para sacarle partido a los recursos humanos y materiales disponibles.

De ahí, supongo, la unidad de acción, tiempo y lugar (al menos en su primera mitad): La cosa empieza con un preso bocazas (Jose F. Otxagabia) recibiendo la enésima paliza por parte de su despreciable carcelero adicto al fútbol (Joaquín Calderón), a quien provoca repitiendo insensateces como esa de que va a marcharse esa misma noche. De pronto, a horas intempestivas, llega una visita…

Los dos actores principales tienen toda la pinta de estar pasándoselo en grande dando vida a esas frases de diálogo que parecían imposibles sobre el papel. El entusiasmo de Calderón quizá le lleva a veces demasiado cerca del villano de comic (o, más correctamente, del sucio bandido de spaghetti western en la tradición de Eli Wallach) pero hace un buen contraste con el distanciamiento irónico y la orgullosa intensidad de Otxagabia (muy a lo Bruce Willis, para entendernos). El resto del reparto se muestra igualmente eficaz; Virginia Senosiain como Mellow, la chica de la peli, que parece directamente recortada y pegada de El sueño eterno, Tax (Edu Aranguren), el compañero de prisión, o el otro y más beatífico carcelero (Joxepe Gil).

Bad City es en realidad, como se lee en su título completo, Bad City Ep. 2: Wendy. Existen otros dos guiones ya escritos cuyas historias se interrelacionan con Wendy y la sitúan en un contexto más amplio (el proyecto no es pretencioso pero desde luego sí ambicioso) incorporando personajes aquí apenas aludidos y alguna que otra situación que le afecta directamente pero tiene lugar fuera de cámara.
Como relato individual sin varias piezas clave, el episodio podía haberse quedado cojo, y se percibe el esfuerzo por reforzar con diálogos expositivos y narración en off la lógica misteriosa del argumento pero, para mí, ahora que lo he visto terminado, el resultado final casi pide todo lo contrario: me sobra esa voz en off (salvo la de la útlima escena), así como la mayoría de las explicaciones. La combinación de palabras e imágenes adquiere una cualidad onírica, una lógica del mundo de los sueños o de las pesadillas que se aleja de Frank Miller para aproximarse sin buscarlo a variantes de cine negro propias de los hermanos Coen o el mismo David Lynch. El tratamiento fantástico de las imágenes, filtradas y contrastadas hasta reducirlas al esqueleto de sus rasgos esenciales, puros dibujos animados hiperrealistas en blanco y negro de impactante poder icónico, arrastran al espectador a un desconocido universo paralelo, malsano y cutre, cuyas reglas desconoce y que ni el desenlace termina por completo de desvelar. La estupenda música original de Jose Luis Iriarte actúa como un segundo armazón emocional, oprimiendo, expandiendo, volviendo sobre sí misma para desembocar finalmente en el romanticismo desesperado del tema de cierre. A esas alturas ya estamos muy lejos del nihilismo y el humorismo amargados de Frank Miller; Bad City es un corto espectacular, divertido y violento, sin pretensión alguna de mensaje o trascendencia, pero en última instancia se las arregla para pulsar una nota emocional distinta e inesperada en el espectador, revelándose entonces mucho más cercano al verdadero cine negro (a la poética de los perdedores de la Jungla de Asfalto de John Huston, pongamos por caso) que al exhibicionismo de freak-show de la película de Robert Rodríguez. Vengan esas secuelas.

viernes, 26 de octubre de 2007

Ni se compra ni se vende, el cariño verdadero


Ayer, durante un minuto, Muchachada Nuí se hizo mayor, dejó aparte las chorradas y nos hizo un sketch elogiando las virtudes de Mediamarkt. El gañán Marcial y el listo de su cuñado se juntaban para ver un partido y al final decían eso de "yo no soy tonto"... Inesperadas servidumbres de la tele generalista.

Bueno, ¿y qué? Todos los programas lo hacen, estamos hartos de ver a los personajes de cualquier serie fingiendo devoción por tal o cual marca de embutidos, o de verles enseñando a cámara como quien no quiere la cosa sus antihemorroidales favoritos por el lado de la etiqueta; cualquier resquicio es bueno para vender publicidad, y hay que estrujarse las meninges y revolverla cada día más con el contenido porque ya se sabe que entre el zapping, los programas grabados y los descargados de internet, el espectador cada vez tiene menos tolerancia para los cortes publicitarios (y Muchachada Nui será uno de los programas más vistos en Youtube pero su audiencia en la 2 sigue siendo más bien mediocre). Alguien, quizá, en la tele de todos, se ha puesto nervioso. Bofetada de realismo sucio…

El negocio es el negocio pero supongo que simplemente esperaba un poco más de escrúpulos de este grupo de frikis albaceteños orgullosos y asilvestrados (que por cierto, y al margen del tema de hoy, vienen haciendo un programa magnífico, una cosa no quita la otra, los tíos están inspirados) que de Aida, Yo soy Bea o cualquier producción de Jose Luís Moreno ¿Se habrán resistido heroicamente hasta el límite de sus fuerzas o habran saltado de alborozo ante la oportunidad del patrocinio? Me gustaría saberlo… Entre tanto, según mis últimas noticias, todavía nadie ha obligado a Javier Marías a incluir en mitad del tomo tres de Negra espalda del tiempo una capítulo a color anunciando té Lipton.

domingo, 21 de octubre de 2007

Nocturna: dibujos a oscuras


Tim es un huerfanito sin amigos y con miedo a la oscuridad que todas las noches habla con una estrella que su madre le dejó dedicada. Una noche en particular en que sale a la azotea, ve de pronto apagarse su estrella, y luego otra, y otra más… Ante una crisis de ese calibre Tim no puede ni pensar en irse a la cama, lo cuál saca de quicio al Pastor de gatos, fabulosa criatura que supervisa a las manadas de felinos que van ronroneando por los tejados para inducir a los niños al sueño. Mientras la oscuridad avanza, Tim obliga al Pastor a que le lleve a ver al responsable supremo de todo lo que ocurre durante la noche (de los que revuelven el pelo a los niños, los que hacen cantar a los grillos, los que se inventan los sueños, los que ordenan la luna y las estrellas, los que les hacen mearse en la cama), el señor Moka, jefe de Nocturna.

Da un poco de rabia no poder recomendar con más entusiasmo una obra que se merecería un 10 por la ambición que despliega y el evidente esfuerzo y el talento invertidos… La dirigen y escriben los debutantes Adriá García y Víctor Maldonado, que previamente habían trabajado como dibujantes y animadores en Las tres mellizas y El Cid, y que se declaran admiradores de Miyazaki (obviamente), pero también de Brad Bird y de Sylvain Chomet (Bienvenidos a Belleville).

En comparación con tan ilustres referentes, Nocturna es un excelente primer intento que no acaba de satisfacer semejantes expectativas; se para justo al borde de ser la maravillosa rareza que prometía para quedarse simplemente en una notable película de animación, quizá demasiado terrorífica para los niños y puede que un poco demasiado simple para los adultos malacostumbrados a la deslumbrante narrativa de Pixar y los estudios Ghibli.

En parte, sin duda, el problema es la pasta... Estéticamente, la película es una obra de arte: el diseño de personajes, los fondos, las composiciones, lo nunca visto en la animación española (en 2d, por cierto)… pero no siempre: de cuando en cuando me distraigo contemplando algunos volúmenes bastante feos silueteados en plan automático (se ve que a todo no se puede llegar). En ocasiones el ritmo de la historia es demasiado acelerado como para hacer justicia al flujo de buenas ideas en torno a este mágico universo funcionarial que administra las noches de los niños; se echa en falta un poco más tiempo y más detalle (tiempo=dinero, y más en el caso de la animación).

Pero no solo es cuestión de presupuestos: a la dirección, aunque competente, le falta un poco más de nervio y los personajes, un tanto impresionistas, se quedan algo desdibujados y faltos de carisma (salvo el Pastor de Gatos, un gran trabajo de Imanol Arias sonando como un auténtico profesional del doblaje, y Murray el luminoso (Joan Pera), una especie de Curry de los Fráguel con una bombilla en lugar de culo). De la aportación de Carlos Sobera y una tal Natalia de Operación Triunfo, supongo que lo mejor que se puede decir es que no causan estragos. Por otra parte, no creo que la moraleja de la historia tenga mucha aplicación para los mayores de 6 años…

Con defectos y todo, Nocturna queda como una película de animación original, entretenida, vistosa y bien por encima de la media, más que capacitada para enfrentarse a tanto animalito parlante, pingüino y ogro que sin embargo se acaban llevando a todos los niños de calle con su fuerza superior de marketing; ojalá que recupere y multiplique su inversión y que este equipo artístico tenga ocasión de saltar más lejos en el siguiente intento. Yo, lo que es mi entrada, ya la he pagado...

jueves, 18 de octubre de 2007

El puente del Enterprise

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos...

Ya está hecho. JJ Abrams (Alias, Perdidos, Misión imposible III) ha cerrado prácticamente el reparto de su próxima película; apenas queda por revelar algún que otro papel secundario y el nuevo diseño de la única nave espacial cinematográfica digna de tener un camerino propio...
Es más que posible, queridos amigos, que a vosotros, al contrario que a mí, Star Trek y su destino os la suden bastante... No por eso deberíais privaros de seguir con morbosa fascinación la mayor y más difícil operación de recasting jamás intentada: nada menos que sustituir a la vez a siete actores, intérpretes, para mayor peligro, indisolublemente unidos a estos personajes a lo largo de 30 años. ¿Por dónde se corta para separar a unos siameses unidos por el mismo cuerpo? A continuación, un pequeño desglose de equivalencias...

James T. Kirk (capitán)
Chris Pine
(Princesa por sorpresa 2, Devuélveme mi suerte, Ases calientes)

Anteriormente:
William Shatner


Spock (lógico extraterrestre)
Zachary Quinto
(A dos metros bajo tierra, 24, Heroes)

Anteriormente: Leonard Nimoy



Doctor Leonard `Bones´ McCoy (médico de a bordo)
Karl Urban
(Xena, la princesa guerrera, El Señor de los Anillos, Crónicas de Riddick, Doom, El mito de Bourne)

Anteriormente: DeForest Kelley


Montgomery Scott, Scotty (ingeniero)
Simon Pegg
(Spaced, Doctor Who, Shaun of the Dead, Misión Imposible III)

Anteriormente: James Doohan


Nyota Uhura (comunicaciones)
Zoe Saldana
(La terminal, Piratas del Caribe I, Avatar)

Anteriormente: Nichelle Nichols


Hikaru Sulu (timonel)
John Cho
(Solaris, Dos colgados muy fumados, Big Fat Liar)

Anteriormente: George Takei



Pavel Chekov (patriota ruso)
Anton Yelchin
(Curb your Enthusiasm, Policías de Nueva York, Mentes criminales, Alpha Dog, Charlie Bartlett)

Anteriormente: Walter Koenig



Y además, saliendo ya un poco de lo que es la nave...





Nero (nombre supuesto)
Eric Bana

(Hulk, Troya, Black Hawk derribado, Munich)

El malo





Spock (anciano en un futuro indeterminado)
Leonard Nimoy

(El superagente 86, Misión imposible, La invasión de los ultracuerpos)

Una vez más en la brecha, con las orejas postizas...



Ahí queda eso... Pero no os creáis que para aquí; otro día amenazo con seguir hablando del tema...