lunes, 31 de diciembre de 2007

El evangelio según Michael Clayton


Hace más de dos semanas que vi la última de George Clooney, Michael Clayton, y aunque salí del cine más que satisfecho, desde entonces la impresión de la película se me ha ido diluyendo y no estoy seguro que sea tan solo problema de mi memoria a corto plazo...

Si en algo se queda corta Michael Clayton no es precisamente en su capacidad de tenerte agarrado a la butaca durante dos horas: tenso thriller conspirativo con inquietudes sociales y más que sólido debut como director de Tony Gilroy, guionista de la saga del espía Jason Bourne con la que la presente comparte buen número de virtudes (diferencias: ausencia de accion frenética y el salto de los enemigos del sector público al privado, aunque a la hora de despejar obstáculos ambos métodos corporativos acaben confluyendo bastante). Estética similar de gama fría, parecida atmósfera opresiva y ese mismo sabor a viejo cine liberal del Hollywood de los 70 como el que hacía sin ir más lejos el propio Sydney Pollack que aquí aparece en funciones de actor (una vez más interpretando a un ricachón de lealtades dudosas), cuando los héroes clásicos de mentón de acero se vieron reemplazados por antihéroes desorientados superados por las circunstancias y la desmitificación de los géneros abríó a los personajes la opción de saltar en marcha en cualquier momento.

George Clooney (además de prota productor de la cinta junto a Steven Soderbergh) es un caso extraordinario de pediatra de la tele convertido en estrella clásica de la edad de oro nacida cincuenta años tarde, lo más parecido que tenemos en carisma a un moderno Clark Gable o Cary Grant. Como si no le bastase con ser simplemente un guaperas canoso y carismático, el hombre levanta sus propios proyectos, se mete a dirigir, se moja políticamente y se esfuerza por estirar sus registros interpretativos en dramas como Syriana, o haciendo el bobo con los hermanos Coen (O brother, Crueldad intolerable).

El personaje de Michael Clayton, en cambio, no supone precisamente un desafío para su imagen tradicional de estrella. Mitad abogado, mitad “solucionador de problemas” de un gran bufete para ricos de mierda que necesitan de un consejero astuto y discreto que les salve el culo cuando se meten en líos, padre divorciado y ausente, ludópata asediado por acreedores, es un antihéroe demasiado peliculero como para deparar grandes sorpresas. Para problemas interesantes los que se busca ese colega suyo que interpreta Tom Wilkinson (en su segunda intervención estelar del año tras El sueño de Casandra), impresionante majara que cae en una crisis nerviosa tras años de defender lo indefendible representando a una multinacional química culpable de un envenenamiento masivo por pesticidas. Wilkinson se cae del caballo un buen día y primero, como acto de purificación, se despelota en mitad de una vista y a continuación decide pasarse al otro bando y ayudar a las víctimas en vez de a los asesinos. Este desquiciado renegado kamikaze es el verdadero héroe y motor de la acción frente al cuál el Michael Clayton del título ejerce de mero apéndice como guardián y discípulo… Hay otra película más interante y extrema enterrada en Michael Clayton, y va a ser porque Gilroy ha escogido como protagonista al personaje típico en vez de al memorable.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Forgesworld


La semana pasada se produjeron en internet dos novedades de impacto:

1) la inauguración en Youtube del canal de Isabel II de Inglaterra.

2) el estreno de la web de Forges.

De momento, y sin prejuzgar los méritos relativos de cada cual, me voy a quedar con la segunda:

www.forges.com

Seguro que la de la reina también es muy graciosa pero es que está en inglés...

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Por amor al arte


Ahora que ya la han sacado de cartel y esta crítica no puede causar víctimas, confieso que a mí me ha gustado bastante La vida interior de Martin Frost, segunda peli en solitario del escritor neoyorkino Paul Auster (a quien le le picó el gusanillo del cine escribiendo el guión de Smoke (Wayne Wang, 1995) y que debutó por su cuenta en 1998 con Lulú on the Bridge). También diré que entiendo perfectamente el vacío glacial que le hicieron en el pasado Festival de San Sebastián y el ensañamiento de la crítica con esta obra inclasificable, rodada con cuatro perras y exactamente cuatro actores en las afueras de Lisboa. Bizarro romance de fantasía en el que, así por ejemplo, se cuela como escena de coqueteo ingenioso un intercambio de observaciones sobre la diferente pronunciación de Berkeley, el obispo solipsista, y Berkeley la universidad californiana. Los actores (David Thewlis e Irène Jacob) están muy bien y la dirección es competente, pero la historia del novelista que se despierta una mañana para encontrar a su lado en la cama a una misteriosa joven de la que se enamora sin saber que es su propia musa, recibe de Auster un resbaloso tratamiento de cuentecillo de Guy de Maupassant de intriga mecánica y sentimientos telegrafiados.

... O así es hasta alrededor del minuto veinte, cuando la trama hace un quiebro desconcertante y entra el elemento cómico con la aparición del absurdo fontanero interpretado por Michael Imperioli (el sobrino de Tony Soprano). Y resulta que la imaginación de Auster no se había ido del todo de vacaciones sino que simplemente toda la magia, el humor y el misterio se habían quedado al fondo de una botella mal agitada. En conjunto La vida interior de Martin Frost resulta una marcianaza muy agradable cuya gracia me temo que solo la van a ver los incondicionales de su autor. Si éste no es su caso, no se precipite y léase antes El palacio de la luna, Trilogía de Nueva York, El país de las últimas cosas o Leviatán.

martes, 18 de diciembre de 2007

La otra Mitad de la Tierra


Id comprando entradas para las navidades de 2010 porque al final hay trato. Hoy se anuncia a bombo y platillo que Peter Jackson y Fran Walsh producirán para New Line y MGM dos precuelas de El señor de los anillos basadas en El hobbit, chollo seguro que llevaba años empantanado por culpa de los pleitos entre el director y la productora titular de los derechos del libro...

Jackson y los de New Line tuvieron una bronca tremenda y pública y con abogados de por medio por culpa de la tradicional contabilidad creativa de los estudios, que a la hora de repartir ganancias se dan una maña increíble para convertir todos los beneficios en pérdidas. Bob Shaye, El jefazo de New Line, llegó a declarar a la prensa que jamás de los jamases volvería a trabajar con Peter Jackson y ni puta falta que le hacía ese desagradecido ex gordo neozelandés al que él personalmente había sacado del arroyo para ponerle a hacer películas de enanos. Se habló de encargar El hobbit a gente como Sam Raimi pero nadie acababa de verlo; Ian McKellen y Andy Serkis dejaron bastante claro que sin Jackson ya podían buscarse a otros para hacer de Gandalf y Gollum; y mejor olvidarse de que los magos de WETA volvieran a encargarse de los diseños y los efectos especiales, siendo la empresa propiedad de Jackson…

Pero las aguas han vuelto a su lógico cauce, el matrimonio Jackson ha conseguido el acuerdo que quería y ahora, en beneficio de todos, pelillos a la mar... Las dos películas se empezarán a rodar simultáneamente en 2009, siendo la primera la adaptación tal cual de la novela de J.R.R. Tolkien y la segunda (y más peliaguda), una refundición de los papeles dispersos de Tolkien que conectan la intrahistoria de El hobbit con El señor de los anillos. La noticia precisa que Jackson y Walsh serán los productores ejecutivos (y autores del guión, supongo, que ya deben de tener como poco medio escrito) pero no se mencionan directores… El caso es que ahora mismo Jackson está ocupado con un drama fantástico bastante serio, The Lovely Bones, y el año que viene tiene previsto meterse con Tintin, trilogía animada (rama captura de movimientos) que dirigirá por turnos y a medias con Steven Spielberg…

Sería una verdadera lástima que, resuelto todo lo demás, precisamente ahora no tuviera tiempo de dirigir personalmente El hobbit; a pesar de mal sabor de boca que me dejó esa chapucilla de guión corta-y-pega que acabó siendo El retorno del rey, es difícil imaginarse a nadie más adecuado que Jackson para contar la historia (comparativamente más simple, de hecho profundamente arquetípica) del viaje iniciático de Bilbo Bolsón, pequeño burgués acomodado y bajito muy a su pesar convertido en heroico guerrero y protagonista de leyenda…

viernes, 14 de diciembre de 2007

Fuego amigo



¿Habéis tenido ocasión de echarle un ojo al nuevo programa musical de TVE, No disparen al pianista? Pues si os interesa ya podéis correr porque, cumpliendo los malos augurios de su título, muy posiblemente le queden dos telediarios. Es uno de esos de actuaciones en directo, reportajillos, entrevistas y coloquio… Empezó el jueves 6 y la cadena no ha tardado una semana en cargarse al eslabón más débil y rebanarle el pescuezo al director y padre del proyecto, Santiago Alcanda, veterano de la movida, miembro fundador de Gomaespuma, periodista musical con solera, coordinador de El séptimo de caballería (aquel programa de colegueo de Miguel Bosé que el director de TVE se ha llenado la boca citando en la promociones como modelo de excelencia a imitar) y reciente incorporación a Radio 3 donde tiene un excelente programa de actualidad a las 22.00 de lunes a jueves llamado Tresfusión.

El primer Pianista (con actuaciones de Juanes, Diana Navarro, Marlango y Mala Rodríguez y dos minireporreportajes sobre Rufus Wainwright y la excursión de Eduardo Noriega por una tienda de discos) se emitió a las 22.00 en mitad del puente de la Constitución, compitiendo con la muerte de Franco en la Primera, Gran Hermano en Telecinco, Peliculón en Antena 3, reposición de House en Cuatro, fútbol en la Sexta, y tuvo un 2% de share, vamos, que lo vimos cuatro colgaos (aunque tuvo buenas críticas). No estuvo mal, podría haber estado mejor; el sentido común aconsejaba esperar y ver...

Pero los directivos de la Tele Pública son superseres más allá de nuestra comprensión y nuestra geometría (y con un sueldo en proporción), que se mueven a voluntad a través del tiempo y el espacio y no necesitan siquiera dos puntos de referencia para trazar una recta en una gráfica. Ellos comprendieron al instante que ese programa al que acababan de dar luz verde iba derecho al abismo y por eso ya en el segundo que emitieron anoche (grabado todavía bajo la dirección de Alcanda) se pudo apreciar un firme golpe de timón. Partiendo de un cartel impresionante con la presencia de Pereza, Quique González, Lagartija Nick y Amaral, y poniendo en práctica la máxima de que lo bueno si breve gana mucho, el previsto programa de una hora se quedó en 30 minutos de reloj, rellenando el resto hasta las 23.00 con anuncios propios de estas entrañables fechas. Al menos no se cayó del montaje el publirreportaje de Edu Soto seleccionando discos por el Corte Inglés (con bastante gusto, lo admito). Son tan susceptibles, estos patrocinadores…

Jugando yo también al joven Rappel, me atrevo a aventurar la siguiente predicción: Tras una breve agonía paseándolo por la parrilla, retirarán No disparen al pianista, dejarán pasar siete u ocho meses, quizá más, hasta que se enfríe el asunto o cambien los culos de las poltronas, y volveremos a oír esa historia de la falta que hacía un programa musical de calidad en la tele pública, eso del escaparate para los artistas, que hay que responder a las demandas del público joven y fomentar la música como valor como antídoto contra el pirateo …

Algunos de los que han dicho estas cosas tan graciosas son los mismos que se cargaron Ipop (informativo musical diario mucho modesto y económico, exactamente el tipo de programa musical que tiene lógica como apuesta a medio plazo) por su escasa capacidad para competir contra el telediario. En esa interesadamente ambigua idea de servicio público que manejan los que cortan el bacalao en Prado del Rey, los únicos espacios que al parecer se sienten obligados a defender al margen de su rentabilidad inmediata son la misa de los domingos y la felicitación navidadeña de Su Majestad.

Igual de fácil de adivinar era que escoger a un exitoso ejecutivo televisivo como ese tal Fernández para dirigir la radiotelevisión pública era como poner al lobo a cuidar del rebaño porque su currículum dice que tiene experiencia con corderos... Pues nada, entre que el ilustre presidente de la Corporación RTVE y su acólito Mr. Pons terminan de aplicar a su nuevo destino la valiosísima experiencia adquirida en Telecinco y las teles de EEUU, mi consejo para futuras intentonas de programas musicales es que encierren en un estudio a Melendi con Amaya Montero, Ramoncín y Luis Cobos y pongan cámaras hasta en el baño. Y que se metan la coartada cultural donde les quepa.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Zombi TV


Digamos, por generalizar, que hay dos tipos de historias de terror. Unas te llevan a sitios terroríficos (destartalados caserones, cementerios, bosques a medianoche) y otras te traen el terror a casa, ese miedo que surge a la vuelta de la esquina y emana de las grietas de la experiencia cotidiana. [Rec] debe de ser particularmente espeluznante para todo el que viva en un viejo edificio en el centro de Barcelona, ubicación escogida por Jaume Balagueró (Los Sinnombre, Darkness) y Paco Plaza (Romasanta) para su segunda colaboración tras codirigir hace años OT, la película; ahora vuelven a la carga con otro relato coral de ambiente televisivo si cabe todavía más espeluznante.

[Rec] recuerda bastante a El projecto de la bruja de Blair en lo de ser la supuesta grabación íntegra y sin editar de lo que ocurre cuando un par de reporteros de una tele local acompañan una salida de emergencia de los bomberos, en teoría para auxiliar a una anciana que ha tenido un accidente en casa. El plantel de actores desconocidos fingiendo no ser actores da mayoritariamente el pego con mucha naturalidad (Manuela Velasco, la reportera perraca, parece directamente extraída de cualquier simpático programa de media tarde) pero sus papeles en ningún momento van más allá de estereotipo de carne de cañón de una especie de versión mediterránea de Aquí no hay quien viva (maruja histérica con niña en brazos, familia de orientales despistados, un par viejos de Escenas de un matrimonio, el peluquero con pluma…)

Y desde el momento en que guión se las arregla para confinar espacialmente la acción, salta por los aires la ficción naturalista de reportaje en directo (exige demasiada suspensión de incredulidad y demasiada buena voluntad del espectador aceptar semejante situación de ciencia ficción en 2007 en plena Ciudad Condal). A partir de ahí la cámara de tv se convierte tan solo en recurso de estilo para una película extremadamente ortodoxa de muertos vivientes, escenario que hemos visto ya muchas veces y además bastante recientemente (y mejor). Zombis catalanes, sí, por qué no, pero los de [Rec], más que autóctonos, parecen tan importados como encontrarse a Christopher Lee con los colmillos ensangrentados paseando por la Rambla.
Sigue mucho susto de manual que, al margen del contexto donde los pongas, funcionan como lugares comunes más o menos igual de inquietantes que cualquier visita a un castillo transilvano: más que verdadero terror, se quedan en sobresaltos de parque de atracciones. A ese nivel [Rec] funciona bastante bien (y al menos a mí el bamboleo de la cámara me provoca nauseas peores que la montaña rusa).

Mi amigo Tote insistió en resumirla como “una puta mierda”. No se lo voy a discutir con mucha vehemencia porque es demasiado larga, bastante menos original de lo que promete y se esfuerza demasiado por atar todos los cabos, pero la verdad es que tiene sus momentos, que arrasó en el último festival de Sitges, que técnicamente está muy bien hecha y, cuando la rehagan los americanos (que ya están rodando), pues más todavía.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Repesca tv: Señales



No sé cuantos anuncios prenavideños me tuve que tragar este lunes hasta el final de Señales, que no había vuelto a ver desde el día del estreno. Aguanté por gusto, claro (y esta segunda vez me gustó más) porque M. Night Shyamalan es un maestro creando atmósferas (siempre con la inestimable ayuda de James Newton Howard a la banda sonora) y lo de contar una invasión extraterrestre desde el punto de vista de una familia encerrada en su granja en vez de desde el despacho oval tiene su aquel, pero definitivamente Señales es uno de esos casos en los que el conjunto es inferior a la suma de las partes. En su momento fue la primera grieta en mi inquebrantable fe en la infalibilidad de Shyamalan tras El sexto sentido (que aunque lo parezca no es su primera película, tiene otras dos anteriores aún por ver) y El protegido. ¿Qué pudo ocurrir? ¿Fue el cambio de Bruce Willis por Mel Gibson? ¿Fue el inesperado rollo devoto? ¿Fue ese final de que con el agua se van y sin frotar?

Muchos creimos ver en Shyamalan al sucesor natural del primer Spielberg (en aquellos días en los que el millonario barbudo parecía echado a perder intercalando chorradas infantiloides como El mundo perdido con paternalistas lecciones de historia tipo Amistad con las que intentaba bañarse de nuevo en las glorias de Schindler), que él sería el siguiente gran renovador de la fantasía y la ciencia ficción, un Spielberg en versión intelectual, sin tontunas ni blanduras, un autor de fantasías con subtexto, inteligencia y humanismo. Quien iba a imaginar que el subtexto se iba a acabar comiendo al texto, que el ego se le iba a inflar de tal manera (él mismo chupando cada vez más plano en cada película, ascendiendo del cameo a lo Hitchcock a un virtual coprotagonismo al estilo Woody Allen), que el sentido de la propia importancia del mensaje se iba a apoderar de la narración hasta alcanzar la apoteosis ombliguística de La joven del agua, que yo recuerdo haber defendido en su día pero que, vista en perspectiva, hay que admitir que es una buena historia que se hunde lastrada por su artificioso y más bien penoso formato metatextual.

Parte de esto se aprecia ya en Señales: el personaje del director como demiurgo accidental que pone en marcha los acontecimientos y da pistas para avanzar la acción, inconsistencias argumentales ignoradas en pro del sentido general y unos personajes que se mueven por una trama prediseñada y se asombran al descubrir que todo encaja como por acuerdo de un designio superior (solo les falta el paso siguiente de reconocerse personajes de ficción). Y como en realidad es bastante frecuente eso de que en una historia cada uno de los elementos que aparecen cumpla una función, y dado que el valor probatorio de los milagros imaginarios está hoy día bastante cuestionado, Señales tiene un plus de significado superpuesto bastante superfluo e irritante, porque los temas del sacerdote que ha perdido la fe y el de la invasión extraterrestre no se refuerzan mutuamente de manera orgánica sino que están encajados a martillazos.

Spielberg remontó el bache, se sucedió a sí mismo y ahora está en plena segunda edad de oro, pero la carrera de Shyamalan tampoco es que apunte a un declive imparable (siendo El bosque mejor que Señales, o quizá simplemente es que estoy más de acuerdo con el mensaje). El verano que viene estrenará una fantasía ecologista apocalíptica con Mark Wahlberg y los que lo han leído dicen que el guión es estupendo. Quizá le haya sentado bien una cura de humildad (porque La joven del agua recibió una sobredosis de jarabe de palo). La moraleja de esta entrada, por si aún no la habéis adivinado, es la siguiente: No pongas todos los huevos en la misma cesta y diversifica tus ídolos: alguno de ellos podría resultar humano.