martes, 3 de agosto de 2010

7. Make Your Own Kind of Music


Guste más o menos, irrite o conmueva, allá cada cual con su organismo, pero lo que no se puede decir en serio del final de LOST es que no encaje, que sea una especie de cuerpo extraño adherido al resto de la serie, un tapón improvisado para cerrar de cualquier manera la hemorragia de la trama. En realidad, contemplando ahora en perspectiva la estructura entera de la serie tal como se ha ido desarrollando, una simple coherencia requería, si no este mismo final, uno muy parecido.

Coherencia, sí. La intimidante complejidad de LOST, sus cientos de personajes, los incontables hilos que se cruzan e interactúan, sus extraños quiebros argumentales y de ritmo, dotan al conjunto una apariencia de caos y desmadre, pero que haya quien no distinga en ella orden ni concierto no quiere decir que no exista o que sus responsables no hayan seguido criterio alguno para darle forma.

La estructura de la serie, más que un esquema rígido planificado al milímetro, parece seguir un modelo fluido y flexible con margen para variaciones, ocurrencias y momentos de inspiración siempre con un ojo puesto en la integridad general. Cualquiera que la haya seguido lo suficiente habrá notado el uso frecuente de repeticiones, variaciones, oposiciones, motivos recurrentes y frases que vuelven una y otra vez. Son recursos retóricos para dotar de cohesión un relato complejo pero también, y quizá antes que eso, técnicas de construcción musical.

La estructura de LOST (al menos para este completo ignorante que todo lo que sabe acerca del tema lo ha sacado de la wikipedia y similares) recuerda poderosamente a la más común de las formas de la música clásica, la forma sonata, empleada en sinfonías, conciertos, sonatas y cuartetos de cuerda desde finales del siglo XVIII. El parecido no tendría nada de extraño porque esta estructura musical funciona ya de por sí como una especie de relato sonoro que introduce la retórica en la música, dramatizándola al estilo de la acción trágica aristotélica y su división en inicio, nudo y desenlace. Pero la forma sonata contiene sus propios elementos específicos dentro de los cuales se puede jugar a encajar, por analogía, la trama completa de LOST y sus aparentemente caprichosos cambios de tono y ritmo:

-Exposición: donde se presenta el material dramático principal, generalmente dos grupos de temas en estilos contrastados y tonalidades distintas enlazados por una transición.
Podrían ser, a grosso modo, los temas de la Isla (grupo A) y los de los personajes (grupo B) unidos por una transición a la que llamaremos flashback. Esta fase podría concluir al final de la segunda temporada, cuando Desmond detona el mecanismo de seguridad de la Estación Cisne para salvar al mundo y la tremenda perturbación electromagnética subsiguiente es detectada en el Polo Norte por el equipo de rastreo de Penelope Widmore: la Isla ha sido encontrada y se incorporan al drama nuevos e imprevisibles elementos externos.

-Desarrollo: donde se trabajan todos los materiales de la obra de manera más libre, explorando sus posibilidades sin un orden preestablecido, con un efecto mucho más caótico de cambio y conflicto, hasta acabar regresando a los temas de la exposición.
Correspondería al bloque central de la serie, tercera, cuarta y quinta temporadas, incluyendo: Introducción formal de los Otros. Llegada de los mercenarios de Charles Widmore. Fuga de la Isla. Transiciones que cambian de flashbacks a flashforwards. Desesperación de los huidos en el exterior (la versión más oscura de los temas de los personajes). Retorno a la Isla. Saltos en el tiempo atrás y adelante. Vuelta a la situación de partida.

-Recapitulación: repetición alterada de la exposición pero con ambos grupos de temas ahora en el mismo tono del primero. Termina con un pasaje que recuerda a la conclusión de la primera parte y que parece un final en sí mismo. Déjà vu, sentimientos de nostalgia, persistentes ecos del comienzo de la serie; los temas de los personajes se presentan ahora como una presunta realidad paralela que puede confluir en cualquier momento con la de la Isla a través de las acciones de Desmond,
aparentemente capaz de moverse entre ellas. En la cueva de la luz, justo antes de que dé comienzo el gran desenlace, el propio falso Locke se toma el trabajo de señalar irónicamente la simetría con el final de la segunda temporada: “¿No te recuerda esto a algo, Jack? Desmond descolgándose por un agujero en el suelo... Si hubiera un botón ahí abajo podríamos pelearnos sobre si pulsarlo o no. Como en los viejos tiempos”).


-Coda: Sección final, a veces no esencial, que no es parte del argumento de la obra pero que la lleva a su conclusión. Se hace necesaria tras un pasaje especialmente difícil o intenso, con el fin de reencauzar todo ese impulso, mirar hacia atrás al conjunto y crear una sensación final de equilibrio. Los últimos diez minutos de LOST serían precisamente esa coda que devuelve el equilibrio a la composición y permite cerrar la historia alcanzando cierto grado de serenidad.

Un torrente de emociones tan impúdico como el que plantean esos momentos finales, si no se percibe como una progresión natural del relato, corre el riesgo de verse rechazado como un burdo intento de manipulación sentimental. Quizá el camino más rápido para descubrir esa coherencia (pero sólo si se ha experimentado la serie completa y no unos cuantos episodios al azar) es a través del oído, a un nivel visceral o puramente formal, sin aguardar a entender o racionalizar nada, simplemente distinguiendo la lógica de la melodía y la armonía entre las partes, el sentido estético de una obra que, jugando con nuestras expectativas hasta el último instante, se ha acabado revelando mucho más íntima y conmovedora que épica o cerebral.

Parte 7 de 8
Texto completo en pdf, aquí:

Entradas anteriores:
1. The Long Con, 2. We're going to need to watch that again, 3. The boxman , 4. What Happened, Happened, 5. The Man Behind The Curtain , 6. See you in another life, brother

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