domingo, 17 de enero de 2010

La guerra: making off


La realidad se pega a la ficción: esta semana, antes del terremoto de Haití (o sea, hace dos mil años) los periódicos contaban que Alistair Campbell, ex jefe de comunicación de Tony Blair, había comparecido más chulo que un ocho ante la comisión del parlamento británico que investiga la entrada del país en la guerra de Irak. Campbell negó vehementemente haber tergiversado informes de los servicios secretos (en sus propias palabras de la época, “hacerlos más sexys”) para convencer a la opinión pública de la necesidad de una guerra que sus aliados americanos tenían ya decidida por sus propias y poco publicables razones.
Y mira que oportuno: resulta que Campbell es la inspiración de Malcom Tucker, el personaje que Peter Capaldi interpreta en la serie de la BBC The Thick of It y en su spin off cinematográfico estrenado por aquí el mes pasado, In The Loop, que trata de cómo los británicos proporcionan una coartada a los americanos para meterse juntos en una guerra en cierto país innominado de Oriente Medio.


Tucker (el personaje de ficción) es el rey de los spin doctors, no el grupo de Chris Barron sino los expertos en manipulación, marketing y propaganda política, y como responsable de imagen del Gabinete es el coco que aterroriza a todo el personal del gobierno (desde ministros a encargados de las fotocopias) con sus broncas tremendas llenas de tacos e hilarantes insultos, un perro guardián pragmático y amoral, voz de su amo sin signo alguno de convicciones propias (incluso sorprende oírle mascullar ofendido cuando un yanki le llama inglés: quien iba a decirlo, Malcom Tucker es un orgulloso escocés).

Al comienzo de la historia nos encontramos con una lucha a muerte dentro del gobierno americano entre partidarios y opuestos a la invasión. El jefe de los halcones, el secretario de defensa Linton Barwick (David Rasche), es un fantoche anacrónico que guarda una granada activada como pisapapeles en su despacho, un neocon fanático de la guerra civil y entusiasta de la guerra en general sin haberse visto nunca en una. Entre los que creen que es una locura sanguinaria que acabará en desastre están la secretaria de Estado Karen Clarke (Mimi Kennedy) y el general Miller, jefe de estado mayor (James Gandolfini), personajes quizá no tan pintorescos pero que también tienen lo suyo.

El gobierno británico, extraoficialmente a favor de los primeros, en público sólo suelta ambigüedades y Malcom Tucker hostiga al personal para que a nadie se le ocurra salirse del tiesto. Aún así, esta vez un hombre le plantará cara, más por torpeza que por convicción: Simon Foster (Tom Hollander), ministro de desarrollo internacional, un tipo bastante espeso al que el cargo le viene grande, comete un desliz verbal en una entrevista que le deja señalado como el pacifista del gobierno, cosa que no le termina de desagradar... Durante un viaje a Washington junto a su asistente Toby (Chris Addison), dos paletos tipo Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí, halcones y palomas (términos relativos) intentarán ganarse su apoyo en tanto que Tucker se traga la arrogancia de los políticos yankis que lo tratan como al tío que lleva el botijo.

In the Loop es una sátira política repleta de humor negro que no se parece en nada a Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Es una película de interiores rodada en un estilo de falso documental que recuerda mucho a The Office (su creador y director Armando Iannucci dice haberse inspirado en cambio en Sí, ministro y algo llamado The Larry Sanders Show). Como ha comentado él mismo, esto es el anti Ala oeste de la Casa Blanca, sin rastro alguno de glamour en esos despachos del poder llenos de gente picajosa y mezquina, simples humanos de principios volátiles, preocupados por salvar el culo o por conservar su cuota de poder, casi completamente ajenos a las consecuencias finales de sus decisiones, para quienes la guerra es apenas un macguffin para pelear por su status. Es una comedia terriblemente inteligente que hace reír mucho, y de una verosimilitud espeluznante: se sale con la sensación de haber recibido un soplo de información privilegiada, de entender mejor por qué pasan algunas de las cosas que pasan (y la serie está muy bien también).

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