viernes, 30 de noviembre de 2007

Niños antiguos reunidos


Los niños nos dan miedo. Miedo a que les pase algo, porque son débiles, un poco lerdos y fáciles de engañar y están expuestos a toda clase de peligros (todo el catálogo de los amenazas tradicionales de los cuentos de hadas más alguna que otra moderna). Y miedo también a ellos mismos porque son criaturas misteriosas en estado de flujo, de potenciales insospechados que cambian día a día, personalidades en construcción que tras su mirada inocente esconden un manipulador tiránico que obedece a instintos primarios anteriores a la civilización.

El cine de terror los ha empleado a menudo como víctimas o verdugos y un poco de cada cosa hay en El orfanato. Que es una película de género (terror gótico, lo llaman) y lo que hace lo hace bastante bien, pero lo de trabajar los géneros tiene el inconveniente de dejarte especialmente expuesto a las comparaciones con obras precedentes. Más te vale entonces tener algún as en la manga, porque los grandes relatos de género no se limitan a articular con corrección gramatical el vocabulario existente, sino que lo enriquecen y expanden, fuerzan las fronteras del lenguaje preestablecido y conquistan nuevos espacios que otros se apresuran a colonizar (véase como, en cuanto al tema fantasmas, el género aún sigue viviendo de las rentas de El sexto sentido).

El orfanato es una variación ingeniosa sobre un buen número de motivos clásicos (el caserón gótico, los niños fantasmas, la medium de Poltergeist, el saco en la cabeza del hombre elefante...), protagonizada por personajes convincentes, bien construidos y con los que es fácil empatizar (estupenda Belén Rueda, madre sufridora, asustada, fuerte e intensa, bien el niño, creíble y digno Fernando Cayo como el marido), tiene ideas, muchas y algunas bastante buenas, y (detalle importante) da bastante miedo cuando tiene que darlo, pero le falta el ingrediente secreto que la haga especial.

Película de modestas ambiciones, para nada la típica aspirante a premio en la que le ha convertido la academia del cine español, esa falta de pretensiones también juega a su favor; uno se relaja y empieza a subestimarla y de pronto ataca con una escena brillante o la trama hace un quiebro hitchcockiano inesperado. Y si en algún momento toma cierto aliento poético que parece querer ir un poco más allá, esa chispa nunca acaba de prender y lo que se impone es la habilidad del mecanismo. Producida por Guillermo del Toro (pero muy inferior a cualquiera de las propias), es la ópera prima del guionista Sergio Sánchez (no confundirlo, tal como hice yo en su día, con el crítico de Fotogramas) y del director Juan Antonio Bayona, un poco de bisoñez se les nota: la dirección es algo irregular, funcional tirando a invisible, y el guión canta bastante a taller de escritura hollywoodiense, no precisamente en el sentido de filtros de color de rosa sino en la carpintería reforzada de su construcción, donde no hay una palabra de sobra ni puntada sin hilo, uno de esos guiones pensadísimos, llenos de ecos interiores y donde cada momento clave tiene un preludio en alguna escena anterior. Lo cual hace todavía más llamativos ciertos tremendos agujeros en la trama, completamente inexplicables... Pero se trata de una película inofensiva y simpática y no tiene sentido ensañarse pasándola por el colador del análisis racional. Lo mejor, sin duda, la intervención de Geraldine Chaplin y la última aparición de la señora Benigna (eso sí que no me lo esperaba).

jueves, 29 de noviembre de 2007

Temporada de patos


Shoot´em up es como se llama a los videojuegos de apuntar y disparar, las clásicas galerías de tiro vituales llenas de enemigos a abatir donde la habilidad prima sobre el argumento. Shoot´em up, la película, al final resulta que tiene algo parecido a un argumento pero nadie la va a recordar por eso: son noventa y tantos minutos desquiciados, frenéticos, absurdos de puro y duro darwinismo práctico que producen la película de acción más desprejuiciadamente divertida vista en bastante tiempo. Shoot´em up hace en su género algo parecido a lo que hizo Shaolin Soccer por el cine deportivo, incorporando similar hiperrealidad de dibujo animado aunque con mucho menos evidencia de trucos digitales, con hazañas igual de imposibles pero tirando más hacia el realismo sucio que al mágico...

El director Michael Davis reclutó a Clive Owen enseñándole una version animada hecha por él mismo de las principales secuencias de acción y cuenta que Owen dijo: “yo quiero ser ese tio”. El protagonista, una especie de homeless de inesperada y casi sobrenatural destreza que se hace llamar “Señor Smith”, es el primer héroe de acción adicto a las zanahorias (buenas para la vista y con más de una utilidad extra). Metido sin comerlo ni beberlo a protector de bebés (un trabajo en el que Owen, tras la experiencia acumulada en Hijos de los hombres, está cada día más a sus anchas), a partir de ese momento comienza un sinvivir de correr, esconderse y liquidar oleada tras oleada de matones que parecen la versión urbana del desembarco en Normandía. Se los envía Paul Giamatti (el malo) un tiparraco iracundo y genial, deslumbrante mamarracho que es pura caricatura lo mismo que el resto pero tremendamente divertido. Monica Bellucci cierra el trio protagonista como la clásica prostituta con corazón de oro, y si alguien podría pensar que hay aquí sobredosis de talento para personajes tan simples, precisamente mucha de la gracia de la película está en el enfrentamiento entre Owen y Giamatti jugando a quién es más chulo de los dos.

El director y guionista es un señor inglés de Birmingham que tiene ya unos cuantos trabajos detrás, un par de comedias románticas adolescentes y varias películas fantásticas de bajo presupuesto bastante bien valoradas por los que las han visto, que destacan su retorcido sentido del humor. Después de esta presentación masiva tan contundente es más que posible que los ejecutivos de Hollywood se hayan quedado con su nombre para encargarle la próxima secuela de The Fast and the Furious (lo que ellos consideran pasar a primera división…)

martes, 27 de noviembre de 2007

Noticias del exterior

Hoy siento un irrefrenable deseo de repetir como un lorito diversas noticias cinematográficas del día. Ahí van:

1- Buenas perspectivas para el fin de la huelga de los guionistas americanos: las partes se han vuelto a reunir después de 2 semanas y, aunque no ha trascendido nada, se rumorea que las productoras pueden haber aprendido modales tras la inesperada cancelación del rodaje de futuros pestiños tales como Ángeles y demonios (precuela de El código DaVinci) y las amenazas de los anunciantes televisivos de largarse con su dinero a otra parte.

2- Detalles sobre la próxima película de Scorsese, otra vez con DiCaprio, Shutter Island (basada en novela de Dennis Leary –Mystic River). Dos policías de Boston en los años 50 viajan a una isla cercana para investigar una desaparición en una institución mental donde pasan cosas muy raras, y donde les sorprende un huracán y un motín de los pacientes.

3- Fotos, montones de fotos:

a) Fotos del rodaje de Watchmen (aquí); solo localizaciones, por el momento, pero clavadas al cómic (y en una se ve de refilón a Rorschach). Pero la fidelidad a la estética es la parte fácil de este embolado para el director de 300...

b) Heath Ledger como el Joker en la portada de Empire Magazine (aquí): nada de particular, tan solo un payaso dando (bastante) miedo.

c) Tres nuevas fotos de Indiana Jones and the Kingdom of the Cristal Skull (1, 2 y 3) capaces de producir por sí solas el efecto sobrenatural de convertirme otra vez en un crío de 13 años. Sobre todo ésta, Sudamérica. Exterior. Día.


sábado, 24 de noviembre de 2007

Epílogo


Apéndice ilustrado a la entrada improvisada de mala manera del viernes. En la que, por cierto, he cambiado el video de muestra, Mi hijo es un canalla por No tengo amigos, que es mucho mejor canción...

viernes, 23 de noviembre de 2007

¡Era él!

Esta mañana escuchaba yo distraidamente Siglo XXI de Radio 3 cuando ha vuelto a salir Rafa Corega, este cantautor peripatético que por algún motivo tiene tribuna fija en el programa todos los jueves... La diferencia es que hoy el presentador ha dicho algo de una colaboración de Faemino "Qué gracia" pienso yo, totalmente en la inopia "Faemino haciéndole una historieta de introducción al tema, debe de ser amigo suyo de verse por los bares". 10 horas más tarde vuelvo a acordarme y me entra una horrible sospecha ... He aquí su página oficial:

www.rafacorega.com

...donde por sus fotos promocionales se comprueba sin resquicio de duda que el nuevo ídolo freak de youtube (véase su muy visitada versión del himno nacional), ese cantante de la voz de plata que se define a sí mismo como "apolítico de derechas" no es otro que el propio Faemino, ese cerebro en la sombra capaz de crearse un alter ego con el que heredar el trono del Chaval de la Peca. ¿Quién iba a pensar que el hombre, entre copazo y copazo, tuviera estas inquietudes ocultas? ¡A la vejez viruelas!

(mientras tanto, no por eso Faemino y Cansado se separan, que actuaron la semana pasada en Tudela con lleno total y las habituales chaquetas de colores).



martes, 20 de noviembre de 2007

El asesinato, una salida universitaria


Hace algun tiempo adopté como política de empresa pasar de colgar trailers de futuras películas con buena pinta (porque los freaks interesados ya sabéis donde encontrarlos y los que no, pues es absurdo). Pues hoy toca una excepción con Los crímenes de Oxford:




Los crímenes de Oxford es lo próximo de Alex de la Iglesia (y su inseparable coguionista Jorge Guerricaechevarría), que a la hora de la verdad, cuando hay que dejar dos y quedarse con uno, posiblemente sea mi director español favorito; ese humor negro, esa mala leche, ese costumbrismo cañí, esos antihéroes patéticos, esa energía torrencial, esa fantasía desbocada, esa amor tan puro por todas las ficciones baratas y lo que para otros es basura… El director bilbaíno es un temerario que siempre se tira en plancha haya o no haya bastante agua en la piscina (pero hasta sus contados semifracasos son pura épica). Y con esta película en concreto me tiene un poco preocupado... Como podéis ver en el trailer, se trata de una coproducción internacional rodada en inglés y en Oxford, Inglaterra, protagonizada por Elijah Wood, John Hurt y Leonor Watling, basada en la novela homónima del argentino Guillermo Martínez. Y por lo visto, es un thriller completamente en serio.

La novela me la leí hace un par de años en un ratillo durante un vuelo de 12 horas y me pareció bastante ingeniosa, una especie de El nombre de la rosa light que sacaba buen partido del ambiente matemático y de alguna de las teorías que manejan esos tíos en bata, pero en el fondo poco más que otra novela policiaca de las de toda la vida un poquito más currada.

El trailer se parece un montón a lo que recuerdo pero aquí lo importante van a ser los detalles ¿Habrán conseguido De la Iglesia y Guerricaechevarría elevarse sobre el material de partida y llevar la historia a su terreno? La respuesta el 18 de enero.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Persépolis: el mundo bajo el pañuelo


Aunque es verdad que todo individuo lleva dentro una novela, también es cierto que algunas necesitarían de la máxima eminencia mundial en la materia y un forceps para extraerlas. Otros, en cambio, dan para largometrajes de animación...

En ese constante tira y afloja por ensanchar las fronteras del cómic antes de que sea devorado por las presentaciones comerciales en powerpoint y las animaciones flash, las historietas autobiográficas se han convertido en un subgénero en alza. Desde los pioneros Will Eisner (con crónicas costumbristas de su barrio y primera infancia en Brooklyn) y Art Spiegelman (con Maus, relato del Holocausto representado con ratones y gatos, de hecho una reconstrucción de las memorias del padre del autor y la difícil relación entre el narrador y ese viejo superviviente lleno de temores), muchos otros dibujantes han seguido esa senda, ansiosos por expresarse de forma más personal y auténtica, lejos de la atmósfera asfixiante de los supercodificados géneros comerciales.

Solo que las vidas de los dibujantes de cómics tienden a confluir peligrosamente en un limbo rollo “cine independiente de los 90”, un costumbrismo coral más o menos intercambiable de eternos adolescentes maniáticos viviendo sus pequeñas angustias suburbanas, una especie de versión adulta de las aventuras de Charlie Brown y su perro Snoopy. Nos identificamos y nos reconfortamos, pero realmente, como dirían Faemino y Cansado, después de leerlo nos quedamos como estamos (no es que nos aporte demasiado).

Uno también se puede identificar con los recuerdos de la primera infancia y juventud de Marjane Satrapi, autora de Persépolis (publicado en cuatro partes) que era, según parece, una niña fantasiosa y salvaje como el Calvin de Calvin y Hobbes, fan de Bruce Lee, de los BeeGees y después de Iron Maiden y más mesiánica que Mafalda sólo que nacida en Irán, y con edad suficiente para vivir en directo el antes y después del derrocamiento del Sha, la subida al poder de los fundamentalistas chiís de Jomeini y las purgas subsiguientes para forjar la gran república islámica…

Hay historias tan terribles (guerras y revoluciones, terror, opresión, torturas, ejecuciones) que la perspectiva de adentrarse en ellas provoca un rechazo automático, el público desconecta el chip de empatía y huye despavorido como si la desgracia fuera contagiosa (no sería la primera vez). Pero si se cuentan empleando dibujos sencillos, monocromáticos y de aspecto simpático, las defensas caen y se activa el reconocimiento de las semejanzas.

Persépolis es tierna, divertida y estremecedora de una manera completamente inesperada, una combinación de ingenuidad y realismo documental que se clava en el espectador y pasa a formar parte de su mapa del mundo. La película se asoma al enigma de esas mujeres esfinge cubiertas de la cabeza a los pies, silenciosas y anónimas, nos cuenta bastante sobre quienes son y qué es lo que piensan ellas y el resto de los iraníes, de cómo viven su vida y qué clase de vida es esa, tan devota por la cuenta que les trae. Y la respuesta es que, en el fondo, todo el mundo es muy parecido por mucho que en la superficie les obliguen a adaptarse.

Persépolis es, además, una auténtica obra de arte que pese a su engañosa sencillez combina magistralmente toda clase de técnicas de animación para contar esta historia (color, blanco y negro, línea clara, expresionismo, imágenes recortadas). Extraordinariamente escrita y dirigida por la propia Satrapi y el también historietista y animador Vincent Paronnaud, la película se llevó el premio especial del jurado en el Festival de Cannes de 2007. El gobierno iraní envió a través de intermediarios una nota de protesta, quejándose de que “no presentaba un retrato realista de los logros y resultados de la gloriosa Revolución Islámica” y alegando que incluirla en la competición dañaría la reputación del festival. Estos barbudos son la monda.

domingo, 11 de noviembre de 2007

La invención de la radio


Resulta que a mi programa musical favorito (El Ambigú, en RNE3, lunes a viernes a mediodía) le ha salido un clon en RNE1: La madriguera (de lunes a jueves, a medianoche).

Al ínclito Diego A. Manrique le ha dado por pluriemplearse otro poquito más para hacer prácticamente el mismo espacio con diferente cortinilla y cuñas: el mismo tipo sorprendente de menú degustación enganchando épocas y estilos según como tenga el responsable ese día el mapa neuronal (como mucho, un poco más relajado en función del horario nocturno).

¿Ventajas de fichar por la primera división de la radio pública (que por lo visto es donde se queda toda la pasta y la inversión en tecnología que para su hermanastra musical apenas es un rumor)? Pues, por ejemplo, que a Manrique le han puesto un blog:

http://blogs.rtve.es/lamadriguera/posts

y que, igualito que en la BBC u otras emisoras de verdad, todos los programas de La madriguera del último mes se pueden escuchar on line o descargar como mp3 para llevártelos de paseo y oirlos en horario de gente decente.

Podcasts de La madriguera

Con lo cuál damos por oficialmente inaugurado el siglo XXI.

martes, 6 de noviembre de 2007

Ver las estrellas


Dos variantes de la misma anécdota:

Versión 1: Un niño marcha solo tirando de una cabra camino del mercado; en su casa son muy pobres y su madre le ha encargado venderla. El niño se cruza con una hermosa mujer que lo transforma en cabra, ata a los dos animales a su carreta para que tiren de ella y prosigue su viaje; nadie vuelve a saber jamás del muchacho.

Versión 2: un granjero de escasas luces con un cierto aire a Shaggy de Scooby doo sale de su casa con una cabra seguido por los gritos de su mujer, que le advierte que no se le ocurra irse como siempre a la taberna. El hombre se encuentra con una bruja que lo convierte en rumiante para que tire del carro; un tiempo después lo transforma en sirvienta (y él hace gestos apreciativos hacia sus nuevas tetas) hasta que finalmente el hechizo se rompe y el tipo consigue escaquearse indemne de toda esa desquiciada peripecia.

Ahora otro argumento que también es un clásico: ése de uno que se va de viaje y deja a cargo de un vecino de confianza a su más querido animal de compañía; algo le acaba pasando al bicho (espachurrado, envenenado, fugado por época de celo…) y los cuidadores negligentes buscan otro igual para reemplazarlo y encubrir los hechos. El dueño, que no es tonto, se da cuenta enseguida de que la mascota no es la misma, porque la suya no estaba recién esquilada, no iba vestida de faralaes ni estaba disecada y rellena de paja.

Matthew Vaughn (director de Layer Cake, antes de eso productor de piezas de cine británico tarantiniano como Snatch, cerdos y diamantes y Lock & Stock) se llevó en custodia un oscuro y romántico cuento de hadas, la novela Stardust de Neil Gaiman (versión 1) y a cambio nos devuelve una amasijo descoyuntado y ramplón (versión 2), una amalgama de efectos visuales de anuncio de pilas alcalinas, topicazos recalentados arrancados de La princesa prometida y chistes de Arévalo con una puesta en escena del imitador más tonto y automedicado de Terry Gilliam.

Vaughn dice que el libro le interesó porque le pareció original y diferente, que le recordó a dos de sus películas favoritas, La princesa prometida y Huida a medianoche (aquella comedia ochentera en la que Robert De Niro hacía de un cazarrecompensas que llevaba a entregar a un contable de la mafia charlatán e insoportable esquivando a los gangsters y a los federales). Y después de leer sus declaraciones lo entiendo todo, porque es verdad lo de que cada lector hace su propia lectura y se monta en la cabeza la película que le da la gana, pero ese salto mental entre llevar prisionera a una estrella caída a la Tierra en forma de mujer y hacerlo con un sudoroso chupatintas de la mafia parece pasar por alto ciertas diferencias no completamente irrelevantes en cuanto a contexto, tono y estilo...

El director y adaptador pierde durante el transplante poesía, romance, tensión, misterio y cualquier sentido de lo maravilloso; respeta más o menos el esqueleto (y con eso le da para apañar un producto pasablemente entretenido) pero pasa como elefante por cacharrería sobre la cuidadosa labor de orfebrería de Gaiman, uno de los grandes renovadores del fantástico, narrador superdotado, aclamado novelista y guionista de clásicos del cómic como Sandman, creador de mitos modernos, especialista en insuflar vida y emoción al concepto más abstracto, maestro de una cierta clase de lirismo siniestro y trágico que en Stardust sigue presente pero en segundo plano porque se trata de un cuento de hadas, una obra ligera, divertida, para niños y grandes pero contada completamente en serio, donde los héroes las pasan canutas y los malos acojonan y hacen daño de verdad.

En cambio, Stardust, la película, (lobotomía brutal del original) es prosaica, estridente y derivativa, carece de disciplina o confianza para mantener otro tono que no sea un cierto distanciamiento cómico respecto a lo que cuenta y ni se molesta en intentar construir una apariencia de coherencia (todo es magia, cualquier cosa pasa porque sí y todo mola igual gracias a esos efectos digitales chapuceros y pomposos que parecen de plástico). El fichaje de Robert De Niro para lo que no debiera haber sido más que un cameo se convierte en todo un tercer acto alternativo que es como un cortometraje incrustado a martillazos en la historia; morcillas de diálogo presuntamente ingeniosas que provocan rechinar de dientes, un héroe bajo de carisma, una protagonista femenina que se pasa la película haciendo muecas y un auténtico pegote de final peliculero (otra vez el mismo de siempre, ese que nunca falta). Por lo menos Michelle Pfeiffer se lo ha pasado bien maquillándose y desmaquillándose...

lunes, 5 de noviembre de 2007

Suelten los lápices


En un episodio de Studio 60 on Sunset Street, efímera serie del genio de Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca) sobre las entretelas de un programa de sketches semanal, el jefazo supremo del estudio hablaba con un brillo de arrobo en los ojos de cierto aparatejo en pruebas que examinaba guiones, los comparaba con los mayores éxitos de su género y corregía lo que no acabara de funcionar hasta conseguir el producto perfecto (una máquina semejante que corrigiera decisiones empresariales al parecer no estaba en proyecto).

Un trasto así (y algo como eso dicen que ya está inventado para los hits musicales) sería la piedra filosofal de los mandamases de los medios, la puerta a una cultura del entretenimiento completamente domesticada, retroalimentada y automática, una máquina de movimiento perpetuo, sin factor humano, creaciones sin creador. A estas alturas ya os habréis enterado de que hoy ha empezado la huelga indefinida de guionistas de cine y televisión de Estados Unidos tras meses de infructuosas negociaciones para lograr un nuevo convenio. Los últimos monos de la industria del espectáculo están en pie de guerra por la parte que les toca de los dvds y las descargas legales de internet (de internet, el gran futuro del negocio, actualmente no reciben nada, y de los dvds 4 centavos por unidad, lo mismo que vienen cobrando por los videos vhs desde finales de los 80 sin corrección de inflación alguna).

Dicen que de la huelga de 1988 (que duró 22 semanas, hasta que los guionistas cedieron) nació el imperio del Reality Show; se ignora qué nuevas pesadillas traerá esta de 2007; supuestamente, más tazas del mismo caldo, que es la gran baza de unos productores cada día más confiados en el poder de las reposiciones y los programas sensacionales tirados de precio que se escriben solos (o por gente no afiliada al Writer´s Guild).

El verdadero campo de batalla será la televisión porque el cine se ha preparado bien para el asedio: Proyectos en vía muerta como la segunda película de Expediente X han visto repentinamente la luz verde y casi todos los títulos importantes previstos para el año que viene están ya en pleno rodaje o disponen de guiones terminados (aunque sea a trancas y barrancas antes de la fecha límite, pero ¿quién notará la diferencia? Hasta puede que la incapacidad de ordenar nuevas reescrituras mejore un poco la calidad media del cine comercial USA el año que viene).

Ya han parado los talk shows (escucho en un informativo el comentario malicioso de que Jay Leno o David Letterman no podrán hacer programas nuevos salvo que se escriban ellos los chistes. Falso: si son miembros del sindicato, que es lo más probable, tampoco se les permite escribir para sí mismos). Si la cosa no se resuelve pronto, en cuanto se queden sin guiones (o quizá antes) se detendrá la producción de series reales y animadas (ej. Los Simpson), y así Hugh Laurie (el doctor House) tendrá ocasión de pasar más tiempo con su familia en Inglaterra y superar su depresión transoceánica. Alguna ventaja tendría que tener, que tampoco es el fin del mundo y además, las pocas series americanas que funcionan bien por aquí (CSI, Prison Break, Anatomía de Grey, Heroes…) o son ya reposiciones la mitad del año, o todos los capítulos son poco más o menos intercambiables, o simplemente a mí no me gustan...

No será el fin del mundo para vosotros, gente sin criterio que no sois fans de Perdidos, evidentemente la mejor serie americana en producción y que tiene la mala suerte de ser la única que es un relato continuo en progresión... Quienes teníamos ya que vivir el suplicio de esperar hasta febrero para reengancharnos a la historia (a esa cuarta temporada que ya venía reducida tan solo a 16 episodios) nos quedamos de pronto sin fecha ni calendario para volver a ver al gordo Hugo, al matrimonio coreano o al monstruo de humo de la isla. No queda otra que solidarizarse con la causa de los escritores (porque tienen razón, y porque lo que salga de ahí tendrá repercusiones a medio plazo en la industria del entretenimiento del mundo entero) y rezar para que el acuerdo llegue pronto. Por cierto que Damon Lindelof, productor ejecutivo de Perdidos, es, jugarretas del destino como esas que él escribe, uno de los negociadores por parte de los guionistas...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Mujeres fatales


Mataharis es, efectivamente, un título de coña, por mucho que el personaje de María Vázquez tenga una foto de la famosa espía colgada en el salón (va a ser que la chica tiene mucha fantasía)...

Concluyo esta trilogía accidental de críticas de cine negro (pura coincidencia) con una película que en realidad no es nada negra (o al menos no más que el día a día de la mayoría) aunque la protagonicen tres detectives privadas de una agencia de Madrid especializada, como es natural, en chanchullos de sexo y dinero (corruptelas empresariales, socios desleales, parejas infieles). Tres profesionales bregando con un trabajo absorbente que hace estragos en su vida personal, que lo mismo podrían ser abogadas, veterinarias o decoradoras pero no, porque los casos que les llegan son situaciones cotidianas de fácil identificación llevadas al extremo, problemas en avanzado estado de descomposición que se las arreglan para contaminar de mal rollo sus horas fuera de servicio: sospechas, distanciamiento, deterioro de la convivencia, y la mala conciencia del mercenario porque el que paga manda y a la razón y a la justicia que les vayan dando.

Nuria González, la mayor y medio jefa, vuelve a su casa al final de la jornada y está más sola que si no viviera con nadie, cargando con una convivencia fantasmal poblada de silencios donde es su mirada la que lo dice todo. Nawja Nimri, madre reciente recién reincorporada, hace aquí la mejor interpretación que le he visto, frágil, dolida, confusa, incapaz de reaccionar cuando salta a la luz un secreto en su propia casa. María Vázquez, la más joven de las tres, es todavía una novata vocacional que aún conserva la ilusión del principiante y se muere de ganas de trabajar de infiltrada en un caso de los gordos. Vázquez me recuerda mucho a la propia directora en los tiempos en que se dedicaba a la actuación y exhibía las virtudes que después traspasaría a sus películas: una desarmante naturalidad y esa apariencia de sencillez que esconde capas y capas de profundidad…

Icíar Bollaín, donde pone el ojo, pone la bala; directora de varias de las mejores películas del reciente cine español aunque por algún motivo rara vez salga mencionada en las listas, la suya es una progresión impresionante: Hola, ¿estás sola? Flores de otro mundo y Te doy mis ojos son todas magníficas, y completamente diferentes entre sí salvo por el hecho de acercarse a realidades complicadas por las que la ficción en general pasa prudentemente de largo. Mataharis es igual de inclasificable, posiblemente la mejor de todas y, si yo fuera productor de televisión, ya estaría llamando porque la premisa es tan buena y tiene tanto para rascar que dentro cabrían años de historias...