domingo, 4 de noviembre de 2007

Mujeres fatales


Mataharis es, efectivamente, un título de coña, por mucho que el personaje de María Vázquez tenga una foto de la famosa espía colgada en el salón (va a ser que la chica tiene mucha fantasía)...

Concluyo esta trilogía accidental de críticas de cine negro (pura coincidencia) con una película que en realidad no es nada negra (o al menos no más que el día a día de la mayoría) aunque la protagonicen tres detectives privadas de una agencia de Madrid especializada, como es natural, en chanchullos de sexo y dinero (corruptelas empresariales, socios desleales, parejas infieles). Tres profesionales bregando con un trabajo absorbente que hace estragos en su vida personal, que lo mismo podrían ser abogadas, veterinarias o decoradoras pero no, porque los casos que les llegan son situaciones cotidianas de fácil identificación llevadas al extremo, problemas en avanzado estado de descomposición que se las arreglan para contaminar de mal rollo sus horas fuera de servicio: sospechas, distanciamiento, deterioro de la convivencia, y la mala conciencia del mercenario porque el que paga manda y a la razón y a la justicia que les vayan dando.

Nuria González, la mayor y medio jefa, vuelve a su casa al final de la jornada y está más sola que si no viviera con nadie, cargando con una convivencia fantasmal poblada de silencios donde es su mirada la que lo dice todo. Nawja Nimri, madre reciente recién reincorporada, hace aquí la mejor interpretación que le he visto, frágil, dolida, confusa, incapaz de reaccionar cuando salta a la luz un secreto en su propia casa. María Vázquez, la más joven de las tres, es todavía una novata vocacional que aún conserva la ilusión del principiante y se muere de ganas de trabajar de infiltrada en un caso de los gordos. Vázquez me recuerda mucho a la propia directora en los tiempos en que se dedicaba a la actuación y exhibía las virtudes que después traspasaría a sus películas: una desarmante naturalidad y esa apariencia de sencillez que esconde capas y capas de profundidad…

Icíar Bollaín, donde pone el ojo, pone la bala; directora de varias de las mejores películas del reciente cine español aunque por algún motivo rara vez salga mencionada en las listas, la suya es una progresión impresionante: Hola, ¿estás sola? Flores de otro mundo y Te doy mis ojos son todas magníficas, y completamente diferentes entre sí salvo por el hecho de acercarse a realidades complicadas por las que la ficción en general pasa prudentemente de largo. Mataharis es igual de inclasificable, posiblemente la mejor de todas y, si yo fuera productor de televisión, ya estaría llamando porque la premisa es tan buena y tiene tanto para rascar que dentro cabrían años de historias...

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