En un episodio de Studio 60 on Sunset Street, efímera serie del genio de Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca) sobre las entretelas de un programa de sketches semanal, el jefazo supremo del estudio hablaba con un brillo de arrobo en los ojos de cierto aparatejo en pruebas que examinaba guiones, los comparaba con los mayores éxitos de su género y corregía lo que no acabara de funcionar hasta conseguir el producto perfecto (una máquina semejante que corrigiera decisiones empresariales al parecer no estaba en proyecto).
Un trasto así (y algo como eso dicen que ya está inventado para los hits musicales) sería la piedra filosofal de los mandamases de los medios, la puerta a una cultura del entretenimiento completamente domesticada, retroalimentada y automática, una máquina de movimiento perpetuo, sin factor humano, creaciones sin creador. A estas alturas ya os habréis enterado de que hoy ha empezado la huelga indefinida de guionistas de cine y televisión de Estados Unidos tras meses de infructuosas negociaciones para lograr un nuevo convenio. Los últimos monos de la industria del espectáculo están en pie de guerra por la parte que les toca de los dvds y las descargas legales de internet (de internet, el gran futuro del negocio, actualmente no reciben nada, y de los dvds 4 centavos por unidad, lo mismo que vienen cobrando por los videos vhs desde finales de los 80 sin corrección de inflación alguna).
Dicen que de la huelga de 1988 (que duró 22 semanas, hasta que los guionistas cedieron) nació el imperio del Reality Show; se ignora qué nuevas pesadillas traerá esta de 2007; supuestamente, más tazas del mismo caldo, que es la gran baza de unos productores cada día más confiados en el poder de las reposiciones y los programas sensacionales tirados de precio que se escriben solos (o por gente no afiliada al Writer´s Guild).
El verdadero campo de batalla será la televisión porque el cine se ha preparado bien para el asedio: Proyectos en vía muerta como la segunda película de Expediente X han visto repentinamente la luz verde y casi todos los títulos importantes previstos para el año que viene están ya en pleno rodaje o disponen de guiones terminados (aunque sea a trancas y barrancas antes de la fecha límite, pero ¿quién notará la diferencia? Hasta puede que la incapacidad de ordenar nuevas reescrituras mejore un poco la calidad media del cine comercial USA el año que viene).
Ya han parado los talk shows (escucho en un informativo el comentario malicioso de que Jay Leno o David Letterman no podrán hacer programas nuevos salvo que se escriban ellos los chistes. Falso: si son miembros del sindicato, que es lo más probable, tampoco se les permite escribir para sí mismos). Si la cosa no se resuelve pronto, en cuanto se queden sin guiones (o quizá antes) se detendrá la producción de series reales y animadas (ej. Los Simpson), y así Hugh Laurie (el doctor House) tendrá ocasión de pasar más tiempo con su familia en Inglaterra y superar su depresión transoceánica. Alguna ventaja tendría que tener, que tampoco es el fin del mundo y además, las pocas series americanas que funcionan bien por aquí (CSI, Prison Break, Anatomía de Grey, Heroes…) o son ya reposiciones la mitad del año, o todos los capítulos son poco más o menos intercambiables, o simplemente a mí no me gustan...
No será el fin del mundo para vosotros, gente sin criterio que no sois fans de Perdidos, evidentemente la mejor serie americana en producción y que tiene la mala suerte de ser la única que es un relato continuo en progresión... Quienes teníamos ya que vivir el suplicio de esperar hasta febrero para reengancharnos a la historia (a esa cuarta temporada que ya venía reducida tan solo a 16 episodios) nos quedamos de pronto sin fecha ni calendario para volver a ver al gordo Hugo, al matrimonio coreano o al monstruo de humo de la isla. No queda otra que solidarizarse con la causa de los escritores (porque tienen razón, y porque lo que salga de ahí tendrá repercusiones a medio plazo en la industria del entretenimiento del mundo entero) y rezar para que el acuerdo llegue pronto. Por cierto que Damon Lindelof, productor ejecutivo de Perdidos, es, jugarretas del destino como esas que él escribe, uno de los negociadores por parte de los guionistas...
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