lunes, 9 de febrero de 2009

Qué sabrá usted si sólo es la madre


El viejo Clint todavía guarda cartuchos en su recámara y a estas alturas ya no se molesta en filmar trabajos menores. El intercambio, su última película como director (y no actor) es un sensacional cuento gótico de horror ambientado en la soleada Los Ángeles de los felices años 20. Christine Collins (Angelina Jolie), madre abandonada con un niño de nueve años que se gana la vida como supervisora de una centralita de teléfonos, vuelve tarde una noche y no encuentra a su hijo en casa.

Pasan meses de angustia y desesperación, el niño no aparece, no hay pistas, y la madre, que no puede imaginarse un tormento peor, cae de pronto en una pesadilla kafkiana cuando el corrupto departamento de policía de la ciudad, presionado por la opinión pública para encontrar al chaval desaparecido, le entrega a un crío que ellos le aseguran que es su hijo. “Está usted alterada, confusa, son muchas emociones, por supuesto que es él, los niños cambian tan deprisa…”.
Eastwood hace trabajo admirable recreando de manera transparente, sin menor énfasis exhibicionista, la California en la que él mismo iba a nacer un par de años más tarde, pero lo que queda de El intercambio no son los decorados, los coches o el vestuario, sino la forma en la que capta los aspectos más insidiosos de la mentalidad de una época aún no tan lejana, cuando las mujeres eran consideradas por principio imbéciles o menores de edad necesitadas de marido o tutor, cuando su integridad y su vida no valían nada sin un hombre en el que apoyarse, y menos en una ciudad donde la policía era el principal sindicato del crimen. En un estado de indefensión absoluta, resulta demasiado fácil quitarse de encima a una loca que no para de armar jaleo con lo de su hijo.
Como en todo cuento de terror, los personajes son arquetípicos (los villanos despiadados, la heroína inquebrantable, el viejo bondadoso que acude en su auxilio, y una extensa galería de extras de aspecto siniestro y cadavérico, por no hablar del segundo niño) pero todos (salvo quizá el cura juramentado contra la corrupción institucional de John Malkovich, que a primera vista no termina de dar el tipo) realizan su función de manera extremadamente eficaz y convincente. La legendaria economía narrativa de Eastwood te cuenta exactamente lo que necesitas saber sobre cada uno para seguir el relato, y hay mucho que contar.
La trama, basada por lo visto en hechos reales, es sorprendente, inquietante y mucho más retorcida de lo imaginable, provoca espanto e indignación, incluye una de las escenas de ejecución más horrorosas que recuerde, da pie a una gran interpretación de Angelina Jolie (la mejor que le haya visto, completamente inbuida del espíritu de los años 20), Clint la dirige como dios y, si no se empeñara últimamente en componer él solo la música de sus películas (el síndrome de Amenábar) podríamos estar hablando de una obra maestra.

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