domingo, 1 de febrero de 2009

Porca miseria



Viendo Gomorra me preguntaba qué habrán pensado los italianos de esta película, por lo visto una de las más taquilleras de 2008 en aquel país. ¿Se habrán quedado conmocionados o les habrá parecido una siniestra fábula de ciencia ficción, la heroica denuncia de un tumor social o una publicidad de muy mal gusto sobre una región que tiene sus problemillas como cualquier otra, poco menos que un insulto para todos aquellos napolitanos que viven y trabajan honradamente sin acordarse demasiado de la existencia de la Camorra?

Como es sabido, Roberto Saviano, el periodista autor de la novela en la que se basa, ha tenido que huir de Italia amenazado de muerte; por otra parte, se ha publicado que los propios mafiosos estaban haciendo negocio con la película vendiendo copias piratas de nula calidad. Parece muy italiana esa mezcla de tragedia y de farsa, ese sincretismo para funcionar a la vez en dos realidades paralelas sin hallar contradicción, sin que la sordidez situacional les arruine el negocio y la fantasía.
Pero Gomorra, de Matteo Garrone, es un docudrama de fealdad y miseria sin pizca de fantasía, que presenta a Nápoles como una ciudad del Tercer Mundo en medio de Europa, sin nada que envidiar a las peores fabelas de Brasil. Cuenta varias historias entremezcladas que dibujan un panorama apocalíptico de violencia, corrupción, abandono y falta de expectativas en el que gente perfectamente corriente simplemente vive adaptada a lo que le ofrece su entorno.
Dos adolescentes capullos que desprecian a los adultos y piensan se van a comer el mundo, en su caso al estilo de Tony Montana en El precio del poder; una guerra de bandas que pilla por medio a un gris chupatintas de la mafia encargado de repartir la pensión mensual a las familias de los muertos o encarcelados; el hijo de la tendera del barrio que quiere hacer carrera en la organización: el sastre de una empresa de alta costura explotado por su jefe (en una industria intervenida por la Camorra) que recibe una oferta de unos chinos para que les enseñe en secreto a imitar sus modelos; un honorabilísimo empresario que se dedica a gestionar los vertederos de la ciudad, enterrando residuos tóxicos que envenenan y matan de cáncer a los habitantes de los alrededores.
Pese a ciertas irregularidades de ritmo entre historia e historia, y a la falsa apariencia de simultaneidad entre relatos que necesariamente deben transcurrir en épocas distintas, Gomorra es una película fascinante, un viaje estremecedor a un submundo donde crimen, la corrupción, el clientelismo y la miseria moral son la norma y han destruido cualquier atisbo de sociedad entre humanos. Tan solo un par de destellos de dignidad personal la salvan de resultar completamente desoladora.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Alberto, creo que tu y yo al cine juntos iremos poco....

Me dormí viéndola, me volví a dormir y gracias a Dios se encendieron las luces.

¿Y las explosiones? ¿Y los marcianos con ganar de invadir ? ¿Y los maremotos que arrasan New York? ¿Y Angelina Jolie???????

A esta película le falta todo, leñe.

Tote
Crítico de Cine y repartidor de Telepizza.

Alberto Tejero Villalobos dijo...

¿No te quedaste a después de los créditos? ¡Justo ahí es cuando salían los marcianos! Vale, te admito que es un poco irregular de ritmo y que seguro que el libro es mejor... En fin, no desistamos, ya nos acabaremos poniendo de acuerdo con alguna. De momento, si quieres ver a Angelina, la tienes en El intercambio pero te advierto que sale muy tapada.

Anónimo dijo...

La del la Angelina me encantó, pero estuve toda la peli esperando que sacara una pistola de Tomb Raider del sombrero. La de Camino, a moco tendido 2 horas, para que veas que también tengo mi corazoncito.

Por cierto, el sábado es la cena en la peña, asín que dinos si nos deleitarás con tu presencia. Prometo ir disfrazado de Garci para discutir sobre el cine de los 60, ese gran desconocido.

Ah, y yo te recomiendo "Bienvenido al norte".

Nos vemos!!!!
Totespilberg

Alberto Tejero Villalobos dijo...

Hombre, si va Garci yo no me lo pierdo. ¡Ahí estaremos!