lunes, 12 de mayo de 2008

Elegí (a un señor viejuno)


Elegy
, la última de Isabel Coixet, es una de esas películas que en el momento te dejan frío, luego van ganando posiciones en la memoria y a poco que te descuides acabas creyendo que te han gustado. Pero no, porque aunque es más original de lo que parece, le falta chicha, resulta demasiado esquemática y no termina de resolver el problema de un personaje central inmaduro y antipático.


Parece ser que Penélope Cruz estaba empeñada en levantar este proyecto desde que leyó la novela El animal moribundo de Philip Roth y se encontró con este personaje de una chica cubana que se enamora de un profesor en edad de jubilación alérgico al compromiso (y que se queda espantado de que ella pretenda ir en serio). Al profe en cierto punto iba a interpretarlo Al Pacino pero al final ha acabado siendo Ben Kingsley, y si esta relación entre Gandhi y la chica del Jamón no se lleva el premio a la pareja más improbable del año es solo porque Carla Bruni y Sarkozy han demostrado que la realidad siempre supera a la ficción, y porque de hecho la química funciona: ambos están estupendos, sinceros, intensos y vulnerables, sobre todo Kingsley, un pedazo de actor que ha tenido que tragar con incontables papeles alimenticios y que aquí se luce como el intelectual acostumbrado a deslumbrar a las jovencitas para seducirlas, un egocéntrico angustiado por su inevitable declive físico, incapaz de amar ni por consiguiente de creer en que nadie le ame a él.

Esta especie de versión agria de un estándar de Woody Allen se ramifica después en direcciones menos previsibles (la relación con su hijo, con su amante fija ocasional, la amistad con el personaje del gran Dennis Hopper, encargado de la nota humorística en una historia donde todo el mundo es tan terriblemente serio) y aborda temas graves e importantes pero se conforma con señalarlos y unir los puntos sin terminar de vestir una estructura que se queda en cerebral y descarnada. Como no he leído la novela y en general me gusta mucho la gafapasta de Coixet fuera de sus trabajos de encargo, prefiero echarle la culpa al guionista Nicholas Meyer que es quien firma la adaptación (y que tampoco sería la primera vez que la caga).

0 comentarios: