domingo, 13 de julio de 2008

Siete años de mala suerte


No me puedo creer que se los carguen. No sé vosotros pero yo, desde que los Guiñoles de Canal Plus se convirtieron en los Guiñoles de Cuatro y los arrejuntaron con Eva Hache en su horario para noctámbulos prejubilados, en lugar de fidelizarme al espacio de la simpática monologuista segoviana acabé por desengancharme de la ración diaria para pasar a consumirlos en versión flash video en la web de la cadena, en atracones episódicos de una hora en los que me veía de un tirón todos los programas del mes. Por eso puedo decir con conocimiento de causa que ni el destierro a las madrugadas televisivas ni el relevo en la dirección (Rafael Jaén por el fundador Toni Martínez) habían afectado a la calidad del producto ni se notaba el menor cansancio en un espacio capaz de improvisar sketches como aquel de homenaje al difunto Charlton Heston que unía la crisis del PP con El planeta de los simios, donde un Rajoy en el papel del astronauta (rodeado de dirigentes del partido haciendo el mono) comprendía ante la estatua semienterrada en la arena de Aznar que su viaje al centro le había devuelto al punto de partida...

Soy lo bastante viejo como para acordarme de varios catastróficos antecedentes nacionales de muñequitos que intentaban repetir el éxito del inconmensurable Spitting Image británico (hubo unos llamados Los muñegotes, blandos, insípidos e incoloros, que resistieron bastante con una sección propia en algún programa de variedades del sábado noche en TVE). Ni ellos ni ninguno llegaron a tener ni puta gracia ni personalidad propia hasta que en los albores de la programación en abierto de Canal Plus apareció en nuestras pantallas el producto de un transplante de la variedad francesa en formato de noticiario, tan bueno que no nos importaba soportar a cambio las infinitas chorradas de Máximo Pradera, Fernando Schwartz y Ana García Siñeriz en Lo + Plus.

Aquellas marionetas, menos grotescas que las del prototipo inglés, tenían sin embargo un estilo propio, un parecido caricaturesco más que notable, un dinamismo y expresividad sorprendentes (arte que han perfeccionado con los años hasta conseguir a menudo que el muñeco parezca más vivo que el original), un reparto de voces extraordinario (Javier Valero, Angel Soler, Luisa Ezquerro, Raúl Pérez,Victorio Duque, Isabel Núñez, Mila Pérez…), y sobre todo, un sentido del humor irreverente y disparatado que donde ponía el ojo ponía la bala y que poco a poco fue construyendo el mejor espejo deformante de las miserias y mezquindades de la vida política española y sus personajillos protagonistas.

En un país donde las discusiones se dividen en un 50 por ciento en fútbol y otro 50 de política, los guiñoles rompieron el tabú posfranquista del humor político en televisión (después vendrían Caiga quien caiga, Vaya semanita en ETB, Polonia en TV3…) . Repartiendo palos en todas direcciones sin dejar títere con cabeza, con su corazoncito de izquierdas, cierto, pero tan implacables con las memeces de unos como con las de otros, el equipo del periodista Toni Martínez sorteó el peligro de convertirse en mero intérprete de la línea editorial del grupo PRISA y se construyó su propia credibilidad como un pseudoinformativo alternativo a menudo mejor informado que los de verdad (porque sólo un profundo conocimiento off the record de los personajes más allá de su faceta pública pudieron llevar a clavar con semejante precisión caricaturas tan extremas como las de Aznar, ZP o Rajoy, tres casos donde el tiempo ha acabado dando la razón al guiñol hasta el punto de que a veces ya no sabe uno si ese al que escucha es el humano o el de látex).
Pero no sólo de política vivían los guiñoles: como en las noticias de verdad la mitad era fútbol, y hay que ver lo que se aprendía (Van Gaal el cabeza-cubo, Luis Aragonés al que no le cabía un pelo de gamba, Ronaldo el que no estaba gordo y Ronaldinho todo el día de fiesta, Beckham y sus perfumes y Camacho y sus sudores españoles). Y también había toreros, folklóricas, un par de actrices, corredores de fórmula 1, algún que otro cocinero y ante todo una imaginación y una capacidad de trabajo extraordinarias con las que sacaban adelante cualquier entorno o situación que requiriera la fantasía del chiste: parodias dentro de parodias, versiones de canciones, escenas reconstruidas de películas y series… No había nada que no se atrevieran a hacer.

Y ahora el espejo salta en pedazos con la excusa oficial del desmantelamiento de la Hora Hache, que en septiembre cambia de horario, de formato y por lo visto de presentadora (que se toma un año sabático)."Las características del nuevo espacio” dice la nota de prensa de Cuatro, “unidas al alto coste que suponía la puesta en marcha de una producción tan compleja, han provocado su interrupción". Una vez más pagando justos por pecadores…
Me cuesta mucho entender por qué los guiñoles han de pagar el pato del fracaso de audiencia de un espacio contenedor al habían sido arrojados para servirle de gancho (en lugar de recuperar su hueco natural de tantos años como microprograma independiente justo detrás del informativo de la noche), ni entiendo tampoco ahora los súbitos apuros económicos de Cuatro apenas unos días después del pelotazo de la retransmisión de la Eurocopa y de empezar a llenar su programación de más concursos chorras. Debe de ser por eso que yo no dirijo una cadena de televisión...

Aún en plena fase de negación sigo sin terminar de creerme que vayan a matarlos por completo (incluso en la versión radiofónica de Hoy por hoy en la SER), que no volvamos a ver ya nunca a ninguno de estos personajes que son y no son a la vez la mera sombra del modelo al que siguen; estos muñecos con la verdad por delante, libres de todo cálculo e hipocresía, han acabado por hacerse más entrañables, simpáticos y humanos que esos otros seres igualmente virtuales y mucho más opacos a los que imitan. Lástima de ZP y de Rajoy, del matrimonio Aznar, de Gallardón y Esperanza Aguirre, de Acebes y Zaplana, Solbes y De la Vega, Bush y Condoleezza, El Papa Ratzinger y Monseñor Blázquez, Llamazares, el Lehendakari Spock, Chaves, Montilla y Blanquita, la cabra de la legión...

http://www.cuatro.com/microsites/nochehache/guinoles.html


En ese link siguen colgados los dos últimos años del programa, incluida su última aparición del 30 de junio donde los pobres muñecos no hacen otra cosa que festejar como idiotas el triunfo de la selección de fútbol, ajenos a la patada que su empresa había decidido ya darles tras 13 años de brillantes servicios. ¿Sería mucho pedir para ellos un último programa especial de despedida?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Durante este tiempo no parece que los Guiñoles hayan sido reconocidos en su justa medida.. no sé si es una impresión mía. En un comienzo sí que los acompañó un gran bombo mediático pero después parece que los ha hecho sombra ese tipo de periodismo payaso
replicante que inunda todos los canales. Y claro, el maltrato al que ha sido sometido por parte de la cadena cool, la cadena de la gente guay e idiota. Se van ahora que son más necesarios que nunca.
Qué pena, qué pena más grande.

Alberto Tejero Villalobos dijo...

Paradojas de la vida, yo creo que empezaron a perder repercusión con el nacimiento de Cuatro... En sus tiempos en abierto en Canal Plus eran lo único que valía la pena de aquella programación superpija, pero en una cadena generalista ya en plan competencia a muerte da la impresión de que no han sabido muy bien donde meterlos (salvo usarlos para los especiales de navidad). Que ya no basta con ser prestigiosos, diferentes e icónicos, ahora también hay que arrasar como con el fútbol o pasan de ti. 13 años son muchos para cualquier programa pero no son formas,coño, que al menos cuando se cargaron el Caiga quien caiga de Wyoming aquello ya era una fórmula agotada pero los guiñoles estaban en la flor de la vida...