Un encargo que no sale precisamente redondo, tierra de por medio mientras las cosas se calman y el gangster veterano (Brendan Gleeson) y el joven novato (Colin Farrell) se encuentran matando el tiempo en plan turistas por las calles de Brujas, pintoresca ciudad medieval belga, a la espera de una llamada de su jefe que les deje volver...
Después de leer por ahí que, pese a las semejanzas superficiales, no había que confundir Escondidos en Brujas con un sucedáneo del cine de Tarantino, lo primero que hice fue acordarme de las aventuras de Samuel L. Jackson en un Burger King de Amsterdam tomando nota de la diferencias de nomenclatura (Pulp Fiction). Pero, aparte del elemento común de unos esbirros que llenan los tiempos muertos charlando de lo divino y de lo humano y del humor negro, el primer largo del autor teatral británico Martin McDonagh es una tragicomedia con voz propia bastante particular, sorprendente y más bien inclasificable, con influencias de El tercer hombre y Esperando a Godot, estilizada y nada realista, llena de personajes desquiciados que se mueven como en sueños por una bucólica ciudad que unos ven como un escenario de cuento de hadas y otros (el personaje de Farrell, en quien confluyen los remordimientos por el crimen cometido y un profundo desinterés por el turismo cultural) como la verdadera imagen del purgatorio.
Pese al tono ligero hay bastante miga en esta fábula en forma de thriller (el personaje de Ralph Fiennes, en clave de mafioso histérico, cumple el papel de rencoroso dios del antiguo testamento y la ley del talión), y mucho para rumiar acerca de absolutos morales y la posibilidad de la redención. Gran banda sonora de Carter Burwell y excelentes interpretaciones de todo el equipo, especialmente del enano.
Después de leer por ahí que, pese a las semejanzas superficiales, no había que confundir Escondidos en Brujas con un sucedáneo del cine de Tarantino, lo primero que hice fue acordarme de las aventuras de Samuel L. Jackson en un Burger King de Amsterdam tomando nota de la diferencias de nomenclatura (Pulp Fiction). Pero, aparte del elemento común de unos esbirros que llenan los tiempos muertos charlando de lo divino y de lo humano y del humor negro, el primer largo del autor teatral británico Martin McDonagh es una tragicomedia con voz propia bastante particular, sorprendente y más bien inclasificable, con influencias de El tercer hombre y Esperando a Godot, estilizada y nada realista, llena de personajes desquiciados que se mueven como en sueños por una bucólica ciudad que unos ven como un escenario de cuento de hadas y otros (el personaje de Farrell, en quien confluyen los remordimientos por el crimen cometido y un profundo desinterés por el turismo cultural) como la verdadera imagen del purgatorio.
Pese al tono ligero hay bastante miga en esta fábula en forma de thriller (el personaje de Ralph Fiennes, en clave de mafioso histérico, cumple el papel de rencoroso dios del antiguo testamento y la ley del talión), y mucho para rumiar acerca de absolutos morales y la posibilidad de la redención. Gran banda sonora de Carter Burwell y excelentes interpretaciones de todo el equipo, especialmente del enano.
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