domingo, 3 de mayo de 2009

Hoy como ayer en Marte


Parece que el primer episodio de La chica de ayer (Antena 3, domingos a las 22.00), la serie del policía madrileño de 2009 que sufre un atropello y se despierta en 1977, consiguió buena audiencia y ha gustado bastante (elogiada, entre otras cosas, por su originalidad, pese a ser una adaptación literal de la serie de la BBC Life on Mars). Pues nada, a disfrutarla y ojalá su éxito sirva para acostumbrar a los espectadores de la tele generalista a productos un poco menos obvios. Pero no sé por qué me da a mí por pensar en los Beatles y sus problemas para penetrar en el mercado musical español en aquellos tiempos felices del Spain is different y la autarquía cultural, cuando su propia discográfica retenía los singles del cuarteto de Liverpool hasta que algún grupo yeyé nacional como los Mustang lanzaba su versión doblada al castellano con ripios a lo Dúo Dinámico.

Si se me nota reticente no es porque el concepto de la serie no sea lo bastante flexible como para prestarse a toda clase de interesantes variaciones locales; uno supone que habría un universo de distancia entre el Manchester de 1974 y el Madrid postfranquista de 1977, mucha más que entre Manchester y el Nueva York de la versión USA que la cadena ABC acaba de cancelar. Y es posible que próximos episodios de La chica de ayer (qué coño tendrá que ver con nada de esto Antonio Vega) le saquen más partido al contexto histórico Cuéntame cómo pasó más allá de esos chistes del PC como ordenador doméstico y como el partido de Carrillo, pero a mí ya no me pillarán delante para descubrirlo. La diferencia entre el original y su versión española es como la de estas dos fotos promocionales que acompañan a esta entrada: un calco en cutre, y no es sólo problema de presupuesto. El guión es una copia exacta escena a escena, la dirección (las secuencias de persecución, los momentos más sobrenaturales y de mal rollo) no pasa del nivel de comedieta de salón, el casting de secundarios es bastante lamentable y en cuanto al reparto habitual, supongo que habrá que darles tiempo pero la voz y la cara de pasmado de Ernesto Alterio no ayudan nada a vender el punto de desquiciamiento nervioso en el que se encuentra su personaje, y cuesta creerse a Antonio Garrido en el papel de poli bocazas y fascistón pero de fondo noblote después de haber visto en su equivalente a una fuerza de la naturaleza como Philip Glenister.

Así que al señorito elitista sólo le gustan las series de culto en inglés que se baja de Internet, ¿no? Vale, quizá sea problema mío, pero sospecho que a vosotros también os pasaría si hubierais tenido ocasión de comparar con el original. El otro día moría a los 86 Bea Arthur (Dorothy Zbornak en Las chicas de oro) pocos meses después que también nos dejara Estelle Getty quien con un año menos, una peluca blanca y mucho desparpajo interpretaba a su madre, Sophia Petrillo. Dos actrices como la copa de un pino de aquella serie mítica de los 80 que ocasionalmente asoma todavía en las reposiciones de algún canal y que sigue siendo tan buena como la recordamos, con el mismo humor, ternura y mala leche. ¿Os acordáis en cambio de Juntas pero no revueltas, la versión española que intentó hacer TVE a mediados de los 90 con Mercedes Sampietro, Mónica Randall, Kiti Manver y Amparo Baró? ¿A que no? Pues eso.

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