domingo, 24 de mayo de 2009

Yo, Vampiro (with a little help from my friends)


Déjame entrar es una película pequeñita sobre un par de niños inadaptados que se encuentran en un deprimente suburbio de Estocolmo, y que hace por el cine de vampiros más o menos lo mismo que El sexto sentido por el de fantasmas.
Oiréis quizá que es cine europeo poético y sensible, una metáfora en clave fantástica acerca las crueldades de la infancia, la soledad, el sentimiento de alienación, los primeros amores y los climas gélidos del norte que le hunden el ánimo a cualquiera. Pues sí pero no.
Vale que de entrada, Oscar, el chaval humano, da bastante más grima que Eli, la chica vampira (le encontramos practicando con una navaja para defenderse de los capullos que le zurran en el colegio), pero luego la introspección y el subtexto no son obstáculo para que Déjame entrar sea también una fenomenal película de monstruos literales, violenta, sanguinaria y con un devoto respeto a la mitología clásica del vampiro (a la que aplica una brillante vuelta de tuerca), esa que por ejemplo, prohibe a estas criaturas entrar en el hogar de sus víctimas si no se les invita primero.
Y mucho cuidado antes de abrirles la puerta porque éstos no son como esos vampiros emos de moda, bellos, incomprendidos y trágicos: la maldición del no muerto no sólo convierte a Eli en un depredador darwiniano, hambriento y amoral, sino que su supervivencia diaria es un cúmulo de problemas prácticos que la conducen una a existencia precaria, marginal y furtiva. No es fácil ser vampiro en la Europa del siglo XXI, y menos si alguien no te echa un cable.
Siguiendo con la pauta de que, salvo por cuatro nombres fundamentales, cada país de Europa no tiene ni idea de lo que se cuece en el resto, la única información que encuentro sobre el director, Tomas Alfredson, es su pelada ficha de imdb.com aunque esta sea por lo menos su séptima película. Me entero de paso de que el guionista, John Ajvide Lindqvist, ha adaptado su propia novela, al parecer recortando mucho y tomándose bastantes libertades. Y seguramente más que se tomará el futuro remake en inglés que prepara para la renacida factoría Hammer Matt Reeves, el director de Cloverfield (Montruoso). En esta historia extrañamente delicada y terrible sobre simbiosis y parasitismos, en la que la atmósfera nórdica hace tanto por crear esa sensación de extrarradio de la civilización, cuesta imaginar que pueda ganarse algo con el transplante.

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