domingo, 10 de mayo de 2009

Monstruos palpables



En los cines de mi pueblo no se conoce el 3D así que no estoy muy seguro de poder decir que he visto Monstruos contra alienígenas. ¿La hará la ilusión de perspectiva más graciosa, más original, quizá un poco menos artificiosa? Más espectacular está claro que sí porque de eso se trata, de irnos acostumbrando a un sistema de exhibición que no haya forma de piratear (por el momento) para consumo doméstico.

En los años 50, para combatir la funesta competencia de la caja tonta, el cine se arrojó de cabeza al color y a los superformatos tipo cinemascope y ahora lucha contra internet y el home cinema con el IMAX y la tercera dimensión. Lo mismo antes que ahora, el resultado inmediato no son necesariamente mejores películas (casi al revés); hasta que el nuevo recurso y sus posibilidades sean integrados con un poco de rigor en el vocabulario cinematográfico, la primera cosecha es siempre más de ruido que de nueces, impactantes pero ingenuos espectáculos de feria como el odorama, las butacas con tembleque o aquellos pioneros experimentos con las gafas 3d. Hay quien dice que Avatar del antipático megalómano James Cameron, que se estrena a finales de año, le dará a la nueva técnica el empujón definitivo hacia la madurez (nada le gustaría más a él).
Mientras tanto, una película como Monstruos contra alienígenas, autoconsciente homenaje a aquella ciencia ficción de serie B de los años 50 (mujeres gigantes, platillos volantes, marcianos con muchos ojos, hombres-mosca, cosas del pantano), sin superar la mayoría de las carencias de las producciones animadas de Dreamworks (argumento flojo, personajes algo blandos, humanos feos que actúan regular, moraleja trivial), se distingue del montón por su espectacular diseño de producción y unos cuantos buenos chistes protagonizados por el monstruo blandiblub. Lo dicho, igual en 3d gana mucho.

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