martes, 3 de junio de 2008

L´animale scénico



El artista y su banda salen al escenario entre los aplausos de rigor. El digno caballero de pelo gris, perfctamente trajeado al estilo catedrático de humanidades, se repantinga junto a una mesita baja y un vaso de agua y, como si estuviera en el salón de su casa, comienza a cantar seguido del pianista. Así de entrada este concierto del sábado 11 de mayo en el Kursaal no promete ser muy dinámico; falsa impresión: a Franco Battiato le encanta jugar al despiste…


Este cantante y compositor siciliano de sesenta y tres años con un carisma que desborda en varias tallas el tamaño de su nariz, apocalíptico, irónico, romántico, intelectual del pop, pionero del sincretismo multicultural y autor de óperas, daba en San Sebastián el segundo de los conciertos de su minigira española de 2008. Para muchos apenas un recuerdo exótico perdido en el naufragio de los 80 (cuando arrasó por estas tierras con éxitos doblados al castellano como Nómadas, Yo quiero verte danzar o Centro de gravedad permanente), los medios madrileños (y por consiguiente nacionales) volvían a descubrirle el verano pasado dedicándole entusiásticos artículos en prensa y reportajes en los telediarios con motivo de su actuación en la capital para presentar su disco de 2007. Y por la forma en la que hablaban de él cualquiera diría que se había pasado veinte años escondido en una cueva cuando lo cierto es que Battiato, convertido entre nosotros en artista de culto (bien sea por dejadez de su discográfica, bien por el absoluto desprecio de las radios comerciales hacia cualquier cantante internacional no anglosajón que no tenga cuerpo de modelo de lencería, bien por falta de insistencia del propio Battiato en grabar en castellano), no ha parado de evolucionar y de sacar discos (y últimamente, hasta películas).

Pero admitamos que muchos de los que han acudido a verle al auditorio donostiarra (lleno total, media de edad rondando la cuarentena con amplias excepciones por arriba y por abajo) no habrán escuchado ni Il Vuoto (El vacío) ni Dieci Stratagemi, ni Ferro Batutto... Ellos están aquí por la cosa nostálgica como podrían haber venido a ver al Dúo Dinámico (dios los tenga en su gloria). Y vale que los artistas veteranos están obligados a mantener cierta deferencia con sus seguidores más carrozas pero este señor mayor no está mucho por la labor de entregarse a la nostalgia… Battiato se ha traído para acompañarle a dos grupos veinteañeros de rock italiano, unos tales FSC (núcleo duro que permanece constantemente en escena salvo en los temas bucólicos donde cobran protagonismo el pianista y el sintesista, dos caballeros ya más cercanos a la edad del titular) y MAB, grupo heavy gótico de chicas con pelos de loca y ojeras al estilo Helena Bonham-Carter vestidas de ninfas de los bosques, que intervienen en momentos puntuales como refuerzo en las guitarras y las voces (y qué pedazo de voz la de la jefa); entre todos organizan una tormenta eléctrica tan demoledora que tiene que aplastar contra el respaldo de la butaca a los que sólo habían venido a por baladas.

Con una puesta en escena de lo más sobria (tan solo un juego de luces y un fondo iluminado de azul que se va oscureciendo conforme avanza la noche), aquí el espectáculo lo ponen los músicos y sus evoluciones sobre las tablas. Battiato, el anti Mick Jagger (para que podamos comparar no se olvida de cantarnos su fantástica versión de Ruby Tuesday, la misma que Alfonso Cuarón metió en la banda sonora de Hijos de los hombres), se levanta, se sienta, baila sin despeinarse de una a otra punta, dirige por señas al grupo, emplea dos micrófonos a la vez (uno ecualizado con efecto), cambia constantemente de atmósfera, de ritmo y de idioma (hace tres temas en castellano pero se le olvida la letra de Nómadas y salta sobre la marcha al italiano). En un momento dado sale también al escenario su viejo compinche y colaborador en las letras, el filósofo Manlio Sgalambro, quien nos recita un texto (subtitulado) sobre Sicilia que, como todas las islas, tiene la vocación inevitable de hundirse en el mar. A continuación Sgalambro se pone a cantar una traducción al italiano de The Galaxy Song (por Eric Idle y John Du Prez), famoso tema de la banda sonora de El sentido de la vida de los Monty Python. Como contraste al cachondeo, sobrecoge la interpretación de Battiato, acompañado tan solo del piano, de Mi povera patria, la canción que a mediados de los 80 dedicó a la podredumbre política italiana; cuando dice eso de “no, no cambiará /Sí cambiará, seguro que cambiará”, el grito forzado de optimismo suena todavía menos convincente hoy día que cuando la escribió (y lo peor es que parece contagioso).

Hubo un tiempo, antes de llegar a verlo en carne mortal por primera vez, que al escuchar las extrañas letras de Battiato dudaba entre considerarlo un iluminado erudito y quijotesco o un siciliano con mucha coña. Cuando lo ves en directo ya no cabe ninguna duda, el tío es un cachondo mental que se lo pasa en grande con su público... A nuestro alrededor muchos que se saben las letras en italiano (sobre todo chicas jóvenes) se desgañitan acompañando a grito pelado al maestro (salvo - constato malicioso- en los temas del último disco; pero apenas da tiempo a encajar cuatro temas de Il Vuoto entre un repertorio tan extenso que incluye tanta parada obligatoria). Con toda la audiencia entregada puesta en pié y dando palmas, el cantante se retira con un apabullante medley-repaso del resto de sus clásicas para que ninguno se quede con las ganas. “Si no ha dejado nada para los bises”, pienso yo estúpidamente. Qué va, aún le faltaba, sin ir más lejos, L´Animale (una de las más grandes, y muy graciosa además).

Y fin: los músicos saludan, se despiden, nos encienden las luces, el publico se levanta, comienza a abandonar el recinto, y entonces ocurre un fenómeno insólito: un minúsculo sector de irreductibles (para ser más específicos, Eduardo, Jesús, Luis y Óscar) se niegan a darse por enterados de la indirecta, siguen aplaudiendo y pidiendo otra y otra, y poco a poco otros se les unen permaneciendo en las butacas hasta que al grupo no le queda otra que volver a salir (es el bis más peleado que he visto en la vida). Vale la pena por dos temas más, y a continuación los del Kursaal, además de las luces, ya nos conectan hasta el hilo musical y sólo les falta rociarnos con las mangueras.
En la puerta un grupo de fans a la caza de autógrafos espera ilusionado la salida del maestro pero se llevan un chasco, ha debido marcharse nada más terminar. Queda el testimono material de unos cuantos minivideos colgados en Youtube, pero los del concierto de Donosti se ven de culo y/o se oyen fatal; acéptese en plan compromiso este trocillo de su actuación tres días después en Burjassot, Valencia…


4 comentarios:

mariajesus dijo...

hola,
he encontrado este sitio por casualidad curioseando entre mis videos de youtube :o)
Espero que os haya gustado el pequeño video de "La Cura" en Burjassot... un concierto estupendo y recomendable ir a ver si podéis.
Un saludo

Alberto Tejero Villalobos dijo...

Muchas gracias por el video (y por los otros que tienes en el blog). Muy buen trabajo, ¡ójala alguien hubiese grabado así de bien nuestro concierto!

pilimulf dijo...

Hola, yo también estuve en el concierto de El Kursaal, :-)) Permíteme invitar a todos los admiradores de Franco Battiato a escuchar esta radio específica que gestiono desde agosto, Radio Battiatohispano: http://www.radionomy.com/battiatohispano.aspx http://listen.radionomy.com/battiatohispano.m3u
Es un proyecto que merece tener éxito. Apoyad esta radio dedicada a Franco Battiato y su amplio mundo. Escuchad Radio Battiatohispano. Gracias. Pilar Mulas

Anónimo dijo...

Battiato vuelve a España este mes de Marzo próximo de 2013, a Madrid y Barcelona.