domingo, 14 de septiembre de 2008

Demonios en el mercado


Con Hellboy 2, el ejército dorado, Guillermo del Toro se pasa a la clandestinidad hasta dentro de tres o cuatro años cuando, si todo va bien, volverá de Nueva Zelanda con El Hobbit bajo el brazo. Y es un buen regalo de despedida porque la segunda entrega de las aventuras del diablo rojo de cuernos serrados creado para el cómic por Mike Mignola supera en todo a la primera: más divertida, más espectacular y notablemente más freak...

Y sin embargo, para contar los prolegómenos de una guerra a muerte entre el mundo de los humanos y el reino de las criaturas mágicas (el príncipe Nuada se dispone a romper la tregua milenaria, entendiendo que nuestra imparable destrucción del planeta equivale a un genocidio contra los suyos), el tono es curiosamente ligero, en tremendo contraste con, por ejemplo, El laberinto del fauno (la anterior película de Del Toro que podría perfectamente transcurrir en el mismo universo) y con todas esas ominosas profecías sobre la naturaleza y destino de Hellboy. Se diría que a esas divertidas discusiones domésticas de su recién estrenada vida conyugal con la pirocinética Liz Sherman (Selma Blair) les falta alguna clase de contrapunto que no termina de llegar (una única escena no basta, por muchas sombras que proyecte sobre el futuro). Lo que falta, imagino, es el último acto de la saga, esa disyuntiva entre tragedia o Apocalipsis que la serie lleva dos película anunciando y que sólo la tercera parte (cuando quiera que Del Toro saque tiempo para rodarla y siempre que Ron Perlman, nacido para el papel, no se considere muy mayor para seguir encajando hostias) resolverá. Y es que a este hombre le pierde terminar sus relatos con un noble sacrificio final…
Mientras tanto, ¿qué es lo que tenemos en Hellboy 2? Más prosa que poesía, una electrizante película de superhéroes monstruosos, extraordinariamente generosa en imaginación y detalle, una bizarra quimera entre cierta sensibilidad gótico-romántica y un humor neoyorkino al estilo de Bruce Willis (Hellboy podría perfectamente quedar cada viernes a tomarse unas birras con John McClane), donde escenas como la del mercado de los trolls bajo el puente de Brooklyn, la batalla contra el dios del bosque o el fiero combate entre las ruedas de un gigantesco mecanismo de engranajes quedan (sin falsas hipérboles) como momentos de antología para la historia del género a la altura de la famosa batalla de esqueletos de Ray Harrihausen.

Y en la versión española, además, tenemos a José Mota (alias el moreno de Cruz y Raya) doblando a Abe Sapiens (Doug Jones, el Fauno de El Laberinto e intérprete del resto de monstruos con forma humana de ambas películas) y a Santiago Segura sustituyendo a Seth McFarlane (Peter, Stewie y Brian en Padre de familia) como la voz del irascible doctor Krauss, última incorporación a la agencia paranormal (aunque lo de incorporación es un decir puesto que se trata de un fantasma que habita un cuerpo mecánico), así como a Andreu Buenafuente como el jefe chupatintas Tom Manning (Jeffey Tambor). Todos estos amiguetes no lo hacen mal pero distraen un poco en cuanto los reconoces. ¿Habrá servido su presencia para mejorar las ventas de la película? Por lo menos no salen Trancas y Barrancas…

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