jueves, 4 de octubre de 2007

Miss Inglaterra


Era nacida en Canada aunque en aquellos tiempos todo era un poco lo mismo, todos leales súbditos de su graciosa Majestad… Lois Maxwell, la genuina señorita Moneypenny, murió el sábado 29 a los 80 años. No es mi intención convertir este blog en una página de necrológicas pero hay gente a la que no se le puede dejar marchar sin presentarles un respeto...

Maxwell, nacida Hooker, se escapó de casa con 15 años para alistarse (mintiendo sobre su edad) en la Segunda Guerra Mundial, donde la asignaron a la división de entretenimiento, girando por toda Europa cantando y bailando para entretener a las tropas hasta que se enteraron de su verdadera edad y tuvo que matricularse en la Royal Academy of Dramatic Arts para evitar la deportación (donde conoció a su futuro compañero de trabajo Roger Moore). Su incursión en Hollywood comenzó fuerte, ganando un Globo de oro en 1947 por una peli con Shirley Temple, pero su carrera no terminaba de cuajar y acabó volviendo a Europa para seguir combinando pequeños papeles en cine y apariciones en televisión...

(fuente: la wikipedia, como siempre; para qué contrastar).

Hasta que en 1962 le dieron a elegir entre dos personajes (ambos igual de cortos) en Doctor No, una pequeña película de espías demasiado ambiciosa para lo ajustado de su presupuesto: uno era el primero de los múltiples ligues del héroe; el otro, la secretaria de su jefe. Lois Maxwell eligió bien y durante 23 años y 14 películas pudo ir juntando un capitalito (no tanto al principio, hasta que se plantó y exigió un aumento) gracias a ese personaje sin nombre de pila ni otro interés o afición conocida que flirtear castamente con James Bond y fingir que no se daba cuenta de cómo su cara iba cambiando, de Sean Connery a George Lazanby, y luego a Roger Moore.

Su personaje y el de venerable Desmond Llewelyn nunca fueron exactamente un desafío para las dotes interpretativas de ninguno, y acabaron degenerando en un simple sketch recurrente, recreando una y otra vez la misma escena con pequeñas variaciones, pasos obligados del ritual de las aventuras de 007. La dependencia de las películas de James Bond de su familia de secundarios empezó seguramente como una forma de sobrecompensación, un cordón de seguridad ante el trauma de sustituir a un actor principal al que todos suponían insustituible- M (el jefe), Q (el viejo de los inventos) y Moneypenny (la secretaria) se convirtieron en los guardianes de la continuidad de la serie, arropando al novato con escenas y diálogos casi calcados de películas anteriores. Para cuando Moore se hizo con el papel a los ojos del público, ya era demasiado tarde, la rutina se había apoderado de la saga.

Maxwell y Moore se retiraron juntos en Panorama para Matar (1985), porque para aquellas alturas sus rutinarias picardías parecían ya diálogos grabados en alguna excursión del IMSERSO, pero el cambio no rejuveneció al personaje sino que acabó de matarlo: ninguna de las sucesivas y nuevamente lozanas Moneypennys (Caroline Bliss y Samantha Bond) llegó a hacer sombra a la original porque esa ridícula relación platónica, sostenida en forma de astracanada desde los 70 por la pura fuerza de la costumbre y del carisma y la química entre ambos actores, resultó imposible de actualizar sin sonrojo a una dinámica contemporánea (esa Moneypenny amenazando constantemente a Bond con denunciarle por acoso sexual...).

La Moneypenny clásica de Lois Maxwell era esa buena chica inglesa, convencional y respetable, siempre a la sombra de tanta femme fatal y damisela en apuros que pasaba por la serie sin dejar rastro, al principio con unas gotitas de Agua de Edipo que convertían en intocable a la secre del jefe (a su vez sustituto del padre), y al final la vieja tía simpática siempre de parte del consentido de su sobrino tan viejo como ella; en esa oficina del gobierno donde 007 no hacía otra cosa que recibir broncas, Miss Moneypenny era a todos los efectos el rostro amable de Inglaterra (y ya se veía en V de Vendetta que ese no es un puesto que pueda cubrir cualquiera).

La era de James Bond el cliché con patas, el muñeco articulado con pajarita y respuestas pregrabadas, llegó a su fin con el advenimiento de San Daniel Craig. Casino Royale fue la primera película de la serie que prescindía de Miss Moneypenny (y Barbara Broccoli ha manifestado su intención de que la próxima siga por el mismo camino). Aún así, a Lois Maxwell le gustó, aunque la encontró demasiado violenta.


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