jueves, 17 de enero de 2008

Cantos de ida y vuelta


Curioso efecto de llamada-respuesta que si no es cierto lo parece: el éxito de House pone de moda el sarcasmo agresivo dando lugar a la aparición de un nuevo espécimen en nuestra telerealidad, el gilipollas divino, especializado en humillar a los concursantes en el triunfoculebrón de turno (todo un cambio de paradigma en el que, de repente, el jurado es la estrella y el supuesto artista un simple extra que le hace de sparring).

Ahora resulta que, al comienzo de su cuarta temporada, el médico cojo se monta su propio reality para escoger tres nuevos ayudantes (circo organizado simplemente para eliminar el factor humano en la elección). Se cachondea de ellos, los tortura, los despista, los trata como a críos, los despide al tun tun y disfruta como un enano (posiblemente más que el espectador). Al final del episodio, unos cuantos aspirantes se han perfilado entre la masa pero por otra parte se confirma que aún no hemos visto lo último de Cameron, Chase y Foreman… Concurso, por consiguiente, con premio final dudoso que posiblemente solo sirva para marear la perdiz... Va a ser que House ve mucho la tele.

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