Ramón Trecet, al que quizá recuerden de anteriores mundiales de baloncesto como el comentarista más histriónico de la era previa al advenimiento de Andrés Montes, tiene desde hace años un entretenido programa diario de música new age, folk celta y cantantes griegas (¿?) en Radio 3 de Radio Nacional de España. Últimamente, en su habitual tono cascado de abuelo cebolleta (no por nada lo llamaban el ayatola) pontifica desde el ojo del huracán sobre la necesidad de que le pongan internet en el estudio, de que los programas musicales traten con más frecuencia el candente tema de los incendios forestales y de cómo él, desde luego, no ha oído hablar de ninguna crisis en la emisora. Asombra que trabaje en el mismo sitio que Diego A. Manrique, quien, tres horas más tarde, levanta cada día y desde 1992 la persiana de El ambigú, muy posiblemente el mejor programa de música que puedan ustedes encontrar ahora mismo en ninguna parte (eclecticismo total de estilos y tendencias, criterio insobornable, conocimiento enciclopédico y la pasión del explorador ansioso de compartir sus hallazgos), quien últimamente no deja de abrir con algún comentario lapidario sobre resistencias numantinas y emisoras en asedio en la peor crisis de su historia...
FLASHBACK
Érase una vez un ente público llamado RTVE que ya desde tiempos del finado caudillo se dedicaba alegremente a derrochar dinero a manos llenas en tonterías tales como matar a Chanquete, los apartamentos en Torrevieja del Un, dos, tres, galas de Jose Luís Moreno, centros territoriales, su propia orquesta y coro o corresponsalías en el extranjero. Llegaron las televisiones privadas y, para no quedarse atrás (porque era muy importante conservar el liderazgo y la máxima atención de la audiencia para lo que era la versión gubernamental de lo real) se siguió gastando con más ganas hasta redondear en 2005 una fabulosa deuda de 7.500 millones de euros (que simplemente, ni aun subiendo al doble las tarifas del último y primer anuncio del año, tenía perspectivas de cobrarse).
Y al final, en 2007, el Estado acabó haciendo borrón y cuenta nueva pero poniendo por delante un plan de viabilidad diseñado los clásicos tecnócratas del Ministerio de Economía. Lo primero, la imaginación al poder, era reducir a la mitad ese dispendio de plantilla (9.800 trabajadores, frente a unos 20.000 de la BBC), primero con prejubilaciones voluntarias y, si no, por las bravas. Los sindicatos llevaron a votación el plan y salió sí; al menos los mayores de 52 se irían por la puerta con el riñón cubierto…
Y la cosa es que los locutores históricos de Radio 3, que son la mayoría (porque esta emisora olvidada de la mano de dios apenas ha tenido presupuesto para contratar becarios, no digamos ya para renovar plantilla), son mayores de 52, incluidos Trecet y Manrique…
En la primera oleada cayó Carlos Faraco, el chiflado de la emisora, voz corporativa en todas las cuñas, el proverbial espíritu en la máquina. Y también Xavier Moreno,
“Aquí no se está echando a nadie”, le explicó amablemente Trecet a una oyente, como si fuera idiota. “Los que se han ido se van voluntariamente. Ya ves que otros no nos vamos”. Y sin embargo, se ha oído comentar a Jose Miguel López (Discópolis) que si él se queda es porque es un kamikaze; el que era director de Radio 3 hasta el mes de mayo es uno de los prejubilados y su sustituto también se ha apuntado a la lista. La sensación es, literalmente, la del pollo corriendo sin cabeza, un herido desangrándose lentamente en la sala de espera. Entre tanto, otro al que también le gustan las metáforas médicas, el nuevo presidente de la Corporación RTVE, Luis Fernández (un profesional de consenso muy gracioso que se entretiene rodando videos domésticos para fomentar el buen rollo dentro de la empresa... http://youtube.com/watch?v=URQ58T-pyb0
...ha dicho que la Primera necesita “cirugía fina” y la 2, en cambio, un “cambio radical”. De Radio 3 concretamente no ha dicho nada pero quizá los interesados hayan observado que el tratamiento para la 2 ha empezado por hundir los programas culturales más todavía en la madrugada para dejar sitio a Mujeres desesperadas y reposiciones de A dos metros bajo tierra (aunque no todo va a ser malo: también han prometido fichar al equipo de La Hora Chanante.)
Al final, imagino, todo se reduce al concepto de servicio público que se supone que debe cumplir un medio de comunicación de titularidad pública financiado por el Estado (RNE, a diferencia de TVE, no emite publicidad). ¿Tiene que copiar el modelo de la empresa privada, plegarse al gusto de la mayoría y ofrecer lo mismo que el resto solo que una variante un poco más decente, con desinfectante y aromas para toda la familia?
Si el señor Fernández, por poner un ejemplo descabellado, pretendiera reconstruir de arriba a abajo Radio 3 para lanzarla a correr contra las las radiofórmulas, ¿no sería a costa de convertirla en superflua e irrelevante?
Los datos del Estudio General de Medios dejan convenientemente de lado factores como la influencia, la credibilidad y la capacidad de crear tendencia. No dicen nada de la fundamental relación simbiótica entre Radio 3 y la industria músical española en tanto que única puerta de presentación para los artistas y grupos desconocidos que se niegan a pasar por embudos de triunfos y factorex (¡como si eso tuviera algo de malo!), esos que tiempo después, como surgidos de la nada, acaban copando las portadas de los suplementos juveniles y las revistas que marcan la pauta de lo genuino y lo cool. Que es la emisora que va a currarse todos los festivales de verano allí donde actúan sus artistas, los que ellos, y casi exclusivamente ellos, se parten el pecho para defender durante el resto del año: Primavera Sound, Sónar, Festimad, Summecase, FIB, pero también al Womad, Pirineo Sur, y los festivales de Jazz. Que es una reserva para las músicas minoritarias y que gracias a ella algunas lo van siendo menos. Que es una emisora de servicio público y no un hilo musical encubierto ni un publireportaje de 24 horas al día con lo último en el catálogo de las multinacionales; que no es una altavoz para ofrecer lo que la gente quiere escuchar sino lo que no aún sabe que quiere y no tiene otro medio de saber si quiere.
Tipos que sepan de esto, comunicadores con experiencia y conocimiento para extraer el oro de entre la mierda, con credibilidad y coherencia demostrada durante años firmando con su propio nombre lo que pinchan y lo que no, especialistas con perspectiva histórica que nos sepan contar de dónde venimos y a dónde vamos, esa clase de profesionales no se improvisa, ni se compra en el mercado, ni se cría en invernaderos como las bonitas voces con cuerpo de holograma de los 40 Principales. Nadie podría confundir a los viejos comunicadores incontrolados de Radio 3 con uno de esos: iluminados y analíticos, cínicos o profetas, veteranos de la movida luchando por mantenerse al día, ex hippies zumbados que leen en antena tratados zen, antiguos locutores deportivos llenos de tics delatores, ecologistas vascos campechanos y tocapelotas, pioneros de las nuevas músicas dando mil veces la murga con la misma batallita... Los nuevos dueños los venden baratos pero cada una de estas voces que se apaga es otra ventana a un mundo que desaparece; se quema una biblioteca y nace una leyenda.
Radio 3: 93.0 FM en Pamplona
Diálogos 3: Lunes a viernes, 15.00
El Ambigú: Lunes a viernes, 18.00.
2 comentarios:
A mí cada día me hace más gracia ver como se ha puesto de moda el buenrrollismo corporativo , concretamente me pasama que el presidente de la corporación de RTVE parece estar haciendo del ese marchoso tipo de jefe juvenil y subnormal tipo The Office interpretado por Ricky Gervais.
Y Trecet es un talibán como todo el mundo sabe.
Yo me "he criado" con radio 3, la escucho desde los años 80. Ha habido programas que me han gustado, otros no, algunos buenos, otros malos... pero siempre ha habido "algo", y algo "diferente". Es natural que las tendencias cambien, que haya un dinamismo, una evolucion,... que pena si no fuera así. Pero lo que está ocurriendo ahora NO TIENE NOMBRE, me parece digno de tiempos mas duros cargarse a toda una plantilla de un plumazo. Y es que se van los mejores, pueden gustar o no, pero ¿quien como Faraco?, como C. Rey, ...(largo etc). A otros se les va la olla, como al Trecet, pero hay que reconocerle su papel de pionero en la difusión de la new age en este país. Ahora me da que toca idiotizarse un poco con insulsas como P Arzak (¿tiene mas información que ofrecer que las contraportadas de los cds?) o con formatos como el inerte "musica es tres", o el intelectualoide peñazo insufrible de "La ciudad invisible". Por si fuera poco, sustituyen a Faraco por P Clavel... ¡yo me siento insultado! ¿Y que pasa? ¿que al Clavel le pagan un sueldo basura y así justifican la reduccion de plantilla?. En fin, ¡¡QUE TRISTEZA!! y gracias D. Manrique o JM Lopez por seguir ahi... veremos cuanto aguantais. ¡¡que tristeza!! ¡¡que pais!!
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