martes, 24 de julio de 2007

Majaras imaginarios y auténticos chiflados

Tras una semana de sequía, me reengancho al ciclo de Golem Verano con una jornada intensiva de cine gafapasta. ¡Un día es un día!

Time (Shi gan)
Dir. Kim Ki-duk (Corea del Sur, 2006
)

Kim Ki-duk es el más prestigioso director de Corea del Sur, ganador de festivales, ojito derecho de la crítica internacional, y para mí, hasta ayer, tan solo un nombre difícil de recordar de quien no tenía ni idea de qué podía esperarse. El poco cine coreano que he visto (todo reciente y muy comercial) muestra como nexo de unión más destacado un indudable componente marciano: el costumbrismo en una película de monstruos como The Host, un thriller psicológico tan desquiciadamente perturbado como Oldboy… Entretenidas, de ritmo ágil, técnicamente perfectas (es el país de la animación a destajo) y a la vez desconcertantes, mensajes de una cultura desaforadamente occidentalizada en la superficie pero con misteriosas corrientes subterráneas que acaban filtrándose por las grietas.

Por eso, de entrada, lo más sorprendente de Time es lo normal que es la gente que aparece; los protagonistas son una pareja joven que podría ser de cualquier parte; normalísimos hasta que los accesos de celos irracionales de la chica (convencida de que su novio se está cansando de ella) le llevan a operarse la cara y cambiar de identidad para empezar otra vez desde cero con él. Drama extremo y en crescendo, prácticamente de ciencia ficción, sobre el amor y el deseo, sus fundamentos, sus fechas de caducidad y la pulsión de recuperar la pasión inicial de cuando todo era nuevo; Time es una película fascinante que me ha recordado un montón al Almodóvar de la última época (ej. Hable con ella) en versión oriental y con puntazos de humor algo más suaves.


El diablo y Daniel Johnston

Dir. Jeff Feurzeig (USA, 2005)


Documental ganador del premio al mejor director en el festival de Sundance de 2005, trata, como su título indica, de la vida y carrera del cantautor norteamericano Daniel Johnston, artista de culto e ilustre majara del que jamás había oido hablar, admirado por (copio lista de la wikipedia) David Bowie, Yo La Tengo, Sonic Youth, Eddie Vedder, Beck, Spiritualized, The Flaming Lips y Matt Groening y del que todo cristo ha hecho versiones; que además de cantar es un cotizado dibujante (ver cartel de la película) y un tremendo maniaco-depresivo y fanático religioso, obsesionado con el diablo hasta el punto de que una vez rechazó un fabuloso contrato con una multinacional que él entendía satánica porque también tenía en cartera a Metallica.

Daniel Johnston es un genio perturbado de vida tan inverosímil que sólo la aplastante evidencia material del documental (filmaciones domésticas, cintas de casette que enviaba a sus amigos, entrevistas) disipa la duda de que se trate de una criatura de ficción. Podemos ver en directo una progresión estremecedora, desde las películas domésticas que rodaba él mismo en su adolescencia (un chaval brillante, bromista y artista multidisciplinar lleno de potencial) hasta las escenas en las que se le ve empezando a perder la chaveta, los primeros indicios de su manía religiosa agravada por el LSD, sus espantadas y fugas, sus sermones y lloreras desde el escenario, la obsesión por la fama por la que él mismo se fustiga, el deterioro físico y mental, el tratamiento psiquiátrico que lo deja sonado durante un año y sus posteriores recuperaciones parciales en tanto que crecía su fama y Kurt Cobain le hacía promoción en la MTV con un dibujo suyo en la camiseta; y luego están los personajes novelescos con los que se cruza su historia, como esa primera medio novia que se casa con un enterrador y se convierte en su musa distante, el fiel representante al que comparan con el incansable perdedor de Broadway Danny Rose de Woody Allen o sus padres, un par de ancianos que lo siguen cuidando ahora que él también se ha convertido en un gordo viejo prematuro y sufren pensando en qué será de él cuando falten…

Las canciones de Johnston, lo mismo que sus dibujos, son desmañadas y naif, llenas de luchas con Satán y recurrentes referencias pop (Casper el fantasma, el Capitán América…) pero tienen una magia especial, una autenticidad, humor y sensibilidad muy particulares que habrá que investigar. Otro para la lista.

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