jueves, 20 de septiembre de 2007

Muchachada viejuna


Kiko Rivera, alias Paquirrín, protagonizó anoche (buena parte de) el programa inaugural de Muchachada Nuí en La Dos; la cosa iba de un viaje iniciático del hijo de la Pantoja, que se estrellaba en África, era proclamado rey por unos nativos y después de ingerir la poción típica de la zona, era presa de una alucinación en la que, convertido en Godzilla, pisoteaba edificios mientras proclamaba a gritos que él no era Paquirrín sino Kiko. Igual que Paquirrín, la Hora Chanante deja atrás su antiguo nombre y entorno, pero crecer, crecer, por el momento el estirón solo se le aprecia en el presupuesto…

Vaya sorpresa: Muchachada Nui es exactamente igual a La Hora Chanante con un renombrado general de secciones; la misma dinámica de las peripecias de un famoso como hilo conductor y reportaje sobre otro que hará de nexo la semana que viene, los mismos doblajes tontos de películas rancias, parecidos dibujos animados, la misma sección de costumbrismo rural del gañán Marcial, un rap y hasta lo de las tomas falsas. Y esto, que por un lado reconforta y alivia (ni se venden ni se cortan ni se ablandan por pasarse a la tele grande), por otro deja una vaga sensación de ocasión perdida para sacudir la fórmula…

Pero es que la fórmula es excelente, oiga, y ya se irá ajustando sobre la marcha… El hijo de la folklórica en versión de Joaquín Reyes resulta un ser entrañable y gregario, que se hace superamigo de los negritos africanos; la entrevista con Bono hurga bastante en las contradicciones del personaje y tiene dos o tres puntazos muy buenos (la imitación de Chaplin con la bola del mundo, lo de que no sepa cómo se llaman los otros componentes de su grupo salvo el del gorro, esas caras que pone); dos nuevas series animadas que prometen, la chorrada costumbrista juvenil de Enjuto Mojamuto (y qué pedazo de sintonía) y el feísmo familiar de los Klamstein de Carlos Areces (que además de actor grotesco, es dibujante de El Jueves); un par de sketches desconcertantes como es de ley (el de la juventud de Rappel, poco aprovechado, necesita rápidamente ampliación), una película sobre la caza del yeti transformada por el doblaje en un viaje para comprar terrenos en la sierra, la documentada charla del gañán sobre el chismorreo en todas sus formas, y lo mejor, el rap del aparejador interpretado por Raúl Cimas, auténtico culmen de años de evolución musical chanante. Deberes para la semana que viene: más de Ernesto Sevilla y Julián Lopez, que lo del pluriempleo no es excusa.

(P.D: Leo que los datos de audiencia han sido malos; ni tiempo ni ganas de enterarme de cuánto, o comparados con qué).

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