miércoles, 8 de agosto de 2007

Sigan a esa rata



Resulta que Ratatouille no es la rata protagonista de lo último de Pixar (la rata llama Remy) sino un plato de cocina ¡Vaya forma de confundir a los niños!
Ese es el único e insalvable defecto de esta película, y ya dice ella misma eso de que las críticas negativas son siempre más divertidas así que para qué alargarlo: Pixar (con la única competencia posible de los estudios Ghibli de Miyazaki) demuestra una vez más que sigue siendo la mejor empresa de animación del mundo y Brad Bird (El Gigante de hierro, Los increíbles) su mejor director y guionista, el más ambicioso en lo narrativo y lo visual. Mira que el primer trailer de Ratatouille parecía un poco blando y genérico, otra más de animalitos fingiendo ser personas en 3D, pero tomar ideas simples y hacerlas brillar es otra de las cosas que los de Pixar hacen como nadie: la paradoja de que una plaga sanitaria tenga talento para la cocina da para una función espectacular y muy divertida sobre el genio, la reputación y el negocio, que los críos disfrutan por las carreras, los golpes y las caras de tonto y los mayores (además), por una historia directa, bien contada y con fundamento y ese aplomo que le permite prescindir de parodias fáciles, deconstrucción de fórmulas y demás aparato posmoderno… En Pixar hacen películas para durar, un clásico detrás de otro, son artistas y artesanos que además hacen dinero y no vendedores de churros que hay que despachar deprisa antes de que se enfríen. Ratatouille, en ese aspecto, es una película especialmente autoreferencial; ahora que el pez chico se ha comido al grande (Disney ha comprado la empresa del flexo pero el jefe de Pixar, John Lassiter, es el nuevo mandamás de la casa del ratón), viendo lo que el mezquino sucesor del legendario cocinero Gusteau ha hecho con su imagen y su nombre (repelentes líneas de comida basura convertidas en el centro del negocio) es imposible no pensar en el viejo Walt y chufas del estilo de Bambi 2, El libro de la selva 2, Peter Pan 2 y toda esa morralla que tanto mal ha hecho a la marca con su estúpida política de pan para hoy y hambre para mañana.

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