Si no fuera por la implicación de Tarantino en el asunto, posiblemente habría pasado de Planet Terror porque:
a) Casi todas las pelis cutres y en mal estado que he visto en mi vida las he visto en TV o en VHS, así que todo ese rollo de la nostalgia del terror basura en programa doble de sala de barrio, con copias hechas polvo y chiquillería vociferante partiéndose el culo con cada descuartizamiento, me resulta una experiencia extraterrestre (si acaso, por buscar equivalentes, alguna peli de Disney o Tarzán en un cine de verano, en sesión para todos los públicos a precios populares y desde luego, válgame dios, nada de sexo y terror).
b) Robert Rodríguez es un director mediocre y efectista, aunque con notable energía y ambición visual, las cuales, unidas a su gusto por el pastiche y el cine de género, a veces producen resultados interesantes pero casi siempre no (porque sus personajes son siempre caricaturas y estereotipos, dibujos animados en forma real sin rasgo humano reconocible que envuelva al espectador en sus peripecias, cine palomitero al cien por cien, chorros de adrenalina a piñón fijo) y en sus gamberradas conjuntas con Tarantino (que es un freak de manual pero además un auténtico genio, probablemente el autor más relevante surgido en el cine americano en los últimos 20 años), ha habido de cal y de arena: Abierto hasta el amanecer era brillante pero irregular (las luchas contra los vampiros son de vergüenza pero el reparto, el baile de Salma con serpiente y los diálogos de Quentin la sostienen estupendamente), y Four Rooms era una peli de sketches con muy poca gracia y todos los defectos de una peli de sketches...
Pero resulta que las limitaciones de Rodríguez han encontrado en Planet Terror el proyecto ideal para convertirse en virtudes, y que ésta puede ser perfectamente su mejor película junto con Abierto… y Spy Kids (Spy Kids, sí, qué pasa). Muy lejos de ser perfecta (la ha escrito él y muchos de los chistes no son más que paridas) esa imperfección es precisamente parte de su encanto, una peli sin ninguna pretensión épica ni esas horteradas estilísticas en las que le encanta regodearse: pura acción y diversión al estilo artesanal de la escuela de John Carpenter pero en una nueva receta superconcentrada que es todo fibra (hasta se finge la pérdida de un rollo de película para ahorrarse esos tediosos interludios en los que los personajes se conocen en la calma que precede a la tormenta).
Planet Terror es, por abreviar, una peli de zombis para adolescentes en el polo opuesto de la seriedad alegórica de 28 semanas después (aunque compartan una escena exactamente igual), un pastiche setentero de una larga noche de casquería y matanzas con ametralladoras, gogós en bikini, lesbianas en fuga, militares renegados y más secundarios graciosos que en Aterriza como puedas. De entre el reparto coral destacan dos actores televisivos, Rose McGowan, chica muy mona que por lo visto sale en Embrujadas, y Freddy Rodríguez, el canijo embalsamador mexicano de A dos metros bajo tierra (que se revela como más que competente héroe de acción), más un cameo largo de Bruce Willis que parece estar pasándoselo en grande y otro de Tarantino que hace un numerito más bien irritante...
El fracaso comercial en USA del programa doble de Grindhouse nos va a obligar a pagar dos veces para ver cada mitad: el viernes 31 de agosto se estrena Death Proof de Tarantino (según la ficha en imdb.com hay que esperar cierto cruce de personajes entre ambas historias). Esta película con Kurt Russell como asesino psicópata ha sido considerada por los bocazas de internet como la menos divertida de las dos, reprochándosele en concreto unos diálogos erráticos que no llevan a ninguna parte… ¿Incontinencia del autor empapando el homenaje? Veremos.
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